Míchel Suárez

Balada
Teatro

Agentes secretos al servicio de Su Majestad la Comedia

 

Balada de los espías Entretejas

Un piano, ruidos del mar, un conde inglés que ofrece uno de sus bombones de importación a una baronesa alemana: una atmósfera tranquila, pero solo es la calma antes de la tempestad. La Casa de la Provincia acogió anoche, en el penúltimo acto del ciclo ‘Entretejas‘, la representación de la obra ‘La balada de los espías’, comedia vibrante e inteligente sobre el fascinante microcosmo del espionaje.

Por Thomas Esposito -

Escena

La balada de los espías

¿A quién no le gustaría ser un espía? Tener una doble identidad y vivir siempre al filo de la navaja, descubriendo secretos clave sin dejarte descubrir. La balada de los espías, escrita por Juan Alberto Salvatierra y dirigida por Javier Ossorio (Síntesis producciones) realiza una incursión en este terreno bajo el prisma de la comedida, y lo hace en dos épocas unidas por un mismo escenario: un piano-bar algecireño (con música en directo) que se erige en testigo de la trama. Saltamos del año 1944 durante la 2ª Guerra Mundial, al año 1982 en plena Guerra de las Malvinas y con el Mundial de Fútbol celebrado en España como telón de fondo. ¿Se puede uno fiar de alguien en este tinglado? Mira horarios y un vídeo

Por J.M. Campos -

Escena

‘La balada de los espías’, en La Fundición

¿A quién no le gustaría ser un espía? Tener una doble identidad y vivir siempre al filo de la navaja, descubriendo secretos clave sin dejarte descubrir. La balada de los espías, escrita por Juan Alberto Salvatierra y dirigida por Javier Ossorio (Síntesis producciones) realiza una incursión en este terreno bajo el prisma de la comedida, y lo hace en dos épocas unidas por un mismo escenario: un piano-bar algecireño (con música en directo) que se erige en testigo de la trama. Saltamos del año 1944 durante la 2ª Guerra Mundial, al año 1982 en plena Guerra de las Malvinas y con el Mundial de Fútbol celebrado en España como telón de fondo. ¿Se puede uno fiar de alguien en este tinglado?

Por J.M. Campos -