
Salvi Nuñez / Cuando salgo de casa le doy el play, me pongo los cascos y las gafas de sol y salgo optimista al ritmo de Buda, primer corte del mini lp de La Catedral sumergida. Un ritmo funky y bailongo que te invita a salir caminando al latir del bombo. Drama en el campo de juego te agarra del pescuezo desde el primer y singular corte al que nos referimos, y te va soltando poco a poco hasta acariciarte los oídos.
Porque el comienzo es una excepción, el resto del disco tiene poco que ver con los primeros cuatro minutos, se deja caer esa variante nada más arrancar, y luego la música te lleva a aflojar el paso y prestarle atención a las letras, a los arreglos cósmicos y a la acústica. Y no está mal pensado, yo me lo tomo como si los amigos de “La Catedral sumergida” quisieran decirle a los tropecientos grupos indies que ahora van de Tony Manero por la vida una cosilla sin importancia: “chavales, esto es una buena canción de rock bailable, no lo vuestro”.
Por Revista Wego - 20 diciembre 2013