A los nietos del Rock and Roll…¡Bienvenidos!

Por Iram Martinez

Cuarenta años y una semana después, los aliados de la noche volvieron a subir al escenario como aquel fin de semana de marzo del 82. Necesitarían muchas manos y esas estaban allí, con un llenazo del viernes y el sold outdel sábado. Buscaban también un solo corazón que compartieron las mas de 10 mil almas que cada día revivieron ese recital que supuso un punto y a parte en la historia del  rock de este país. El corazón saltó al escenario, 77 tacos a sus espaldas y la misma energía que en los 80s. «Buenas noches bienvenidos, hijos del rock and roll». Miguel Ríos y su banda iniciaban con esas palabras un concierto que prometía estar, por lo menos, a la altura del original. Y lo hizo con creces.

Con la misma banda que en el 82, salvo por los fallecidos  Sergio Castillo y Paco Palacios para los que hubo un emotivo reconocimiento.  Allí estaban Tato Gómez en el bajo, John Parsons a la guitarra, Antonio García de Diego  en guitarra y voces, José Nortes a la guitarra solista, Mariano Díaz  en los teclados y Thijs van Leer en piano y órgano. En las baterías no podía faltar  Mario Argandoña que estuvo acompañado del jovencísimo debutante Pablo Narea que con solo 18 años se estrenaba en directo con la misma batería con la que se grabó el concierto del 82.

El repertorio estaba cantado, pues la idea era revivir el concierto original. Lo emocionante era tratar de adivinar con quién de los 23 invitados interpretaría Miguel Ríos cada canción. La primera invitada del viernes fue la malagueña Anni B Sweet a la que siguieron, Javier Vargas en ‘Un caballo llamado Muerte’ y Rebeca Rods y sus coro gospel con las que interpretó ‘Buscando la luz’.

Estábamos llegando a la primera hora de concierto y Ríos no había parado aún. «Hace 40 años los tenía aquí» (señalándose al cuello) recordando los nervios y los problemas que tuvieron para grabar la primera jornada con una unidad móvil retenida en la aduana. «Ahora los nervios son lo de menos, lo que tengo hoy aquí son los gemelos. ¿Sabéis lo que pesan 40 tacos?»  preguntó el roquero granadino y la respuesta que obtuvo fue un aluvión de aplausos que seguro le dieron un empujón de fuerza para el resto del concierto.

Comienzan a sonar los acordes desde el teclado de Mariano Díaz y la gente reconoce inmediatamente ‘El Blues del autobús’, tema que compuso Victor Manuel, quien fue la tabla de salvación de Ríos a pocos días de realizar el concierto  del 82. El estribillo de «Vivo en la carretera…» se coreó en todo el Wizink Center.

El desfile de colaboraciones continuó con Amaral, quienes tocaron ‘El Río’; Swarma para ‘En la Ciudad de Neón’; y Carlos Tarque en ‘Banzai’. Hace 40 años habrá pasado con los mecheros del público, pero en este nuevo siglo el mar de luces que cubrió el Wizink  salía de la linterna de los miles de móviles que que empezaron a encenderse cuando Miguel Ríos, comenzó con aquel «A menudo me recuerdas….. a alguien».

Después del paso de Ainnoa Buitrago, Javier y Lucía Ruibal, Mikel iIzal y Pucho y Guille de Vetusta Morla llegó el momento del clímax del concierto. Miguel Ríos tomo su guitarra mientras aun sonaban los acordes de ‘Homenaje a Miguel’ para interpretar ‘Himno a la Alegría’ una letra del granadino que iluminó la música del Beethoven y que a día de hoy no deja de estar presente y necesario que los hombres y las mujeres vuelvan a ser hermanxs.

Después de un pequeño descanso, la banda vuelve entre aplausos al escenario y comienza otra parte del concierto con canciones fuera del repertorio original. Encabezados por Ariel Rot y el Sábado a al noche , el movimiento de caderas necesario de Jhonny Burning y Alejo Estivel y de nuevo Ariel Rot para interpretar ese clásico del rocanrol en la plaza del pueblo.

Y aunque el concierto estuvo lleno de momentos emotivos, un punto clave del concierto fue la entrada en el escenario de Rosendo Mercado, que rompió su retiro al sonido de los acordes de ‘Maneras de Vivir’. Todo el Wizink se levantó de sus sillas para aplaudir la vuelta  del de Carabanchel.

Y así entre aplausos, saltos, sudores y la alegría de volver al pasado con miras al futuro una masa de gente fue abandonando el recinto con la sensación de que no han pasado 40 años, de que los viajes en el tiempo son posibles y que quienes ahora peinan canas salieron con la energía de hace cuatro décadas y muchos de ellos acompañados de quienes ahora son los nietos del Rock and Roll. A todas ellas, a todo ellos.  BIENVENIDOS