Estreno absoluto de «La Leyenda del tiempo» en el Teatro Central

Por Raul Perez Andrades

Ayer el Teatro Central acogió sobre su escenario principal el estreno absoluto de “La  leyenda del tiempo”, una coproducción entre en Corral de Comedias de Alcalá de Henares y El Pavón Teatro Kamikaze. Una adaptación de “Así que pasen cinco años”, una de las obras del “Teatro irrepresentable” de Federico García Lorca, dirigida por Carlota Ferrer y Darío Facal.

Tomar la iniciativa de montar el teatro imposible de Lorca, tanto “El público” como “Así que pasen cinco años”, es una decisión de gran valentía, porque supone poner en escena textos profundamente enigmáticos que exigen enfrentarse a ellos como ante un rompecabezas. Montar “Así que pasen cinco años” es una batalla entre la obra y los directores. El propio autor lo advertía al definirla como un misterio dentro de este género, un misterio sobre el tiempo escrita en prosa y verso. Éstos deben dedicar mucho tiempo y esfuerzo en descifrar cada enigma de la trama, cada metáfora, cada personaje. Además deben hacerlo desde la actualidad, trazando un puente entre ésta y la obra. Pero el teatro imposible lorquiano no solo son textos enigmáticos, también poseen una belleza poética abrumadora que exige una puesta en escena a la altura. Por ello es una lucha muy difícil, que hay que encarar con paciencia y resistencia, cuya victoria o derrota se verá reflejada inevitablemente sobre el escenario.

A través de una trama aparentemente simple pero con un desarrollo onírico, un joven espera cinco años a su novia, y tras este tiempo, ella vuelve enamorada de un jugador de Ruby rompiendo el matrimonio acordado, el autor desarrolla temas como el paso del tiempo, la muerte, la libertad sexual, la masculinidad, el análisis freudiano de la personalidad o el amor no correspondido. De todos estos posibles temas Carlota Ferrer y Darío Facal parecen haber elegido centrarse en aquellos relacionados con la masculinidad y el género, acorde con el momento de crítica y reflexión de la masculinidad tóxica en el que nos encontramos. Eligen a dos actrices, Carmen Climent y Alicia Pérez, para hacer el papel de Joven y Viejo respectivamente y así jugar con el aspecto andrógino de algunos personajes, y reflejar otra manera de «ser hombre». De esta forma llenan el escenario de varias expresiones de género que podrían corresponderse con diversas manifestaciones de la masculinidad del protagonista. Pero esta decisión no aparece muy definida y el espectador puede quedar con la sensación de haber visto un espectáculo que va tocando superficialmente varios temas sin profundizar realmente en ninguno.

Estéticamente la propuesta elige el universo del teatro ambulante, que recuerda a La Barraca, mezclándolo con el imaginario del cine de vanguardia, y con ciertos elementos del circo y del music hall. Sobre el escenario nos encontramos con una tarima, como único elemento fijo, y con un juego de entradas y salidas constantes de figuras, personajes y elementos escenográficos para crear dinamismo. La propuesta tiene también una relación interesante con la música y el ambiente sonoro, añadiendo algunos momentos musicales, como la acotación del tercer acto rapeada por el clown o una distorsión de la voz de los personajes a través de la microfonía. Una estética muy interesante a la que, sin embargo, le falta algún momento de potencia visual que quede grabado en la retina del espectador.

Habría que destacar pequeños descubrimientos que realiza la puesta en escena, que por desgracia no tienen la fuerza suficiente para salir de la categoría de la anécdota dentro del global: la frase premonitoria del autor dentro de cinco años existe un pozo en el que caeremos todos, cinco años exactos transcurren entre la publicación de la obra y su asesinato, o la relación final entre el asesinato del joven por tres jugadores de cartas y el asesinato de Lorca por tres falangistas. Y hay que destacarlas porque nos muestran las posibilidades de una propuesta, que parece haber perdido fuerza en la primera batalla de descifrado del texto y que quizás no haya llegado con el tiempo suficiente para desarrollar todo su potencial.

En definitiva ayer vimos un trabajo con posibilidades interesantes que aún no ha llegado a la madurez artística con la que tanto Carlota Ferrer como Darío Facal nos han fascinado a lo largo de toda su trayectoria.