La M.O.D.A.: de las salas de Burgos a reventar el Wizink Center

Por Marina Benitez

 

La Maravillosa Orquesta Del Alcohol, o popularmente conocidos como La M.O.D.A., llenaron de himnos el WiZink Center de Madrid el 23 de noviembre. 

9 años de carrera. Tan solo 8 han pasado desde que tocaran en pequeñas salas de su localidad, Burgos, y solamente 5 años desde que tocaran su tercer o cuarto concierto en la Sala El Sol (Madrid). Todo el esfuerzo, todo el trabajo, todos los conciertos que llevan a sus espaldas, ayer, sábado 23 de noviembre tuvo su recompensa: el WiZink Center (Madrid) se llenó de miles de héroes que salían un sábado noche a cantar sus canciones.

Un Palacio de los Deportes a reventar (no fue un sold out, pero lo parecía) esperaba impaciente a que se apagaran las luces para ver a la formación completa tomar sus instrumentos y comenzar a navegar entre sus canciones. Casi puntuales, con tan solo un retraso de 15 minutos sobre lo previsto, se apagaron las luces y sonaron los acordes de I won’t back down, de Johnny Cash como no podía ser de otro modo, para seguir con Nubes Negras. Una apertura preciosa para la gran noche que pasaron 15.000 personas, para las que muchas puede que fuera uno de los mejores conciertos de sus vidas. 

No nos detendremos mucho en las canciones que sonaron, el repertorio estuvo completísimo, desde las más coreadas hasta aquellas que no suelen tocarse en directo, pero que aquella noche no podían faltar a la fiesta.

Lo que sí queremos es detenernos en el sentimiento de unidad que se generó entre todas las personas que allí se reunían. Y es que, La M.O.D.A no hacen canciones, hacen himnos. Y eso es todo lo que querían los asistentes, cantar a voz en grito las canciones que hablan de sus verdades más profundas. De hecho, en el momento en el que interpretaron Himno Nacional – con un excelente juego de luces que marcaban el ritmo de nuestro pecho – nuestras voces se unieron en una sola para terminar en una exhalación. 

En la noche hubo varios momentos reseñables más allá de las colaboraciones. El primero tuvo lugar bastante pronto con motivo de la despedida de los navarros Berri Txarrak, que estaba ocurriendo en ese mismo momento en Pamplona. Así dijo David Ruiz (vocalista): Hoy es un día triste para los que creemos que la música es algo más que un producto. Para después dedicarles PRMVR, uno de los temas más coreados y que grabaron con Gorka Urbizu, vocalista de Berri Txarrak.

La velada siguió entre himno e himno. Al escenario salieron amigos importantes para la formación burgalesa como Juan Blas, quien grabó el primer disco de La M.O.D.A., a cantar Ni un minuto más  y Diego Galaz, otro amigo de Burgos que, entre otras cosas, es violinista del grupo Fetén Fetén. También contaron con la colaboración de su paisano Víctor Rutty, que dejó una de las imágenes de la noche. Se apagaron las luces del escenario y se encendió el público: ¡que se vea desde Burgos! Gritaron, y se iluminaron miles de móviles. 

Y aún nos aguardaban más sorpresas. Una siempre excelente Nina de Juan (Morgan) subió a cantar Rascacielos para después invitar a subir a todos los demás integrantes del grupo a interpretar Hay un fuego, uno de los temas más emotivos. Nos gustaría señalar que durante esta canción casi se oía más el eco del público que el sonido de los artistas, y no precisamente por fallo técnico. Es que el WiZink Center se iba a venir abajo con esta canción. 

Y aún quedaba el plato fuerte, el lujazo de la noche: ver subir a cantar a Quique González la canción 1932. Diríamos que es una de las más conocidas, pero como ya mencionamos al principio, parece que La M.O.D.A. solo es capaz de componer himnos. Este fue el reguero de invitados que vimos pasar por el escenario, pero aún quedaban homenajes.

A sus abuelos, a sus familias y a su tierra. A ellos les dedicaron la canción Campo Amarillo, que interpretó David Ruiz en solitario para terminar todos entrelazados cara al público en señal de unidad. Y casi que de solemnidad por la situación de la “España vaciada”. 

A su equipo. A los que han hecho posible el día del sábado. Nómadas fue la canción de agradecimiento para ellos. Por los días en la carretera. Por la satisfacción de haber cogido el tren correcto. 

Y para todos los que allí estuvimos en peregrinación un sábado. Héroes del sábado cerró, como no podía ser de otra manera, las más de dos horas. 

Al ritmo de los versos “no te olvides de dónde vienes”, unos chicos de Burgos que solo querían hacer canciones, nos dejaron con el nudo en la garganta y las ganas de que el parón pase pronto. Mientras tanto, sus canciones vendrán con nosotros como un mantra que repetirnos en las noches más oscuras. 

Gracias por la música.