Encubiertos y Sigur Rós

Por Miguel Romero

Esta semana vuelvo a vosotros con un Encubiertos exponencialmente diferente a las anteriores entregas. Se trata de una entrega que supone un desafío a nivel escrito y analítico. Un gran hándicap que me inspira y aterra a niveles equidistantes. Tratar de resumir la obra de esta banda puede convertirse en una espada de doble filo, o más comúnmente, un escupitajo lanzado al aire para acabar aterrizando sobre tu propia sesera. Aun así, considero que continuar con esta sección sin dedicar un merecidísimo post a este grupo sería como intentar concebir la música clásica y su impacto sin mencionar a Beethoven. Las comparaciones son odiosas, lo sé, pero si conocéis su obra me entenderéis y aquellos que no la conozcan, espero que lleguen a hacerlo. Creedme, no os arrepentiréis.
Estoy hablando de…Sigur Rós.

Sigur Rós es una banda original de Reykjavík, Islandia. Saltaron a la escena musical en la década de los 90 y son conocidos por el sonido etéreo y cuasi mágico de su música. Son muchos los elementos que otorgan a la banda islandesa de un sonido personal y único. El falsete de Jónsi Birgisson, su cantante, o la guitarra eléctrica que utiliza con un arco de cello, sumados a una melodía minimalista, ambiental y con claras influencias de orquesta y escena post-rock, aportan una serie de ingredientes que conforman una amalgama de placer auditivo indescriptible. El nombre del grupo se inspira en la hermana de Jónsi, nombrada Sigurrós, que nació varios días antes de que la banda se formase. Por separado, Sigur significa Victoria y Rós Rosa, aunque gramaticalmente no sea correcto utilizarlas unidas.

Sigur Rós

También resaltar la gran simbiosis que existe en el grupo a nivel creativo y de composición, Sigur Rós es un trabajo en equipo, una colaboración y quizá me aventuraría a decir que algo más allá. Es una obra de arte que álbum tras álbum, con cada EP o colaboración, o incluso con cada canción solitaria que incluyen en bandas sonoras va evolucionando y expandiéndose hacia nuevos terrenos. Casi como si cada nueva pieza que componen o cada proyecto del que forman parte fueran cobrando vida propia con cada escucha o visualización. Existen pocos sectores que Sigur Rós no haya probado. En esencia, la banda ha sido compuesta por cinco figuras principales, sumadas paralelamente o esporádicamente por miembros diversos a la hora de ofrecer directos, acústicos o presentaciones especiales en vivo. La voz principal, Jónsi, toca no sólo la guitarra eléctrica, sino teclados, el banjo, la armónica y el bajo. Le acompañan en la actualidad Georg Holm con los teclados y el bajo, a la vez que ofrece voces corales y Orri Páll Dýrason en la percusión, utilizando samples y teclados. Pero sería imposible analizar el trabajo de la banda islandesa sin tener en cuenta a sus integrantes pasados, Ágúst Ævar Gunnarsson, primer batería, y Kjartan «Kjarri» Sveinsson, parte intrínseca de la banda desde 1998, año que supuso el salto internacional de los islandeses y el cual era encargado de los sintetizadores, teclados, piano, órgano, programaciones, guitarras, flautas, oboe, banjo y voces corales.

Sigur Rós

Es imposible concebir el impacto socio-cultural de la banda sin haber nombrado a los integrantes, todos y cada uno de ellos, que han hecho posible su éxito. Para poder explicar su obra, hay que entender que cada álbum es un proyecto distinto, cada canción incluso, a la hora de tocar en directo, puede suponer que la banda entera cambie su rol e instrumento. Casi como si mudasen de piel, adaptándose a la historia que cuentan en ese momento.
Siento ser tan gráfico, pero poder ser capaz de acercarse a definir a esta banda resulta una ardua y desafiante tarea. El sonido de la banda, a lo largo de siete álbumes de estudio, dos recopilatorios, un álbum en directo, otro de remixes, uno compuesto para una banda sonora, dos álbumes documentales y cinco EP’s conforman toda una extensa carrera digna de un análisis exhaustivo, además de biográfico.


Hablar de Sigur Rós es meterse en camisa de once varas, por así decirlo. La definición de Encubiertos casi se queda corta, ya que los islandeses van más allá. En el terreno musical, experimentan y estiran su creatividad al máximo, regalando en cada trabajo una faceta o aspecto distinto que no hace más que seguir conquistando oídos por todo el globo. Su reconocimiento ha sido paulatino y creciente a lo largo de los años. Su música merecería poblar las revistas del género y los críticos mencionarlos como influencia. Los medios deberían tener la obligación de cubrir su trabajo y la escena musical realmente se beneficiaría de ello como resultado. Pero no olvidemos que son Encubiertos. No lideran las listas de ventas normalmente ni suponen un fenómeno de masas fuera de los amantes de la música en término etimológico.

Sigur Rós

Uno de los aspectos que más suele llamar la atención sobre su música es el uso del idioma inventado Vonlenska o Hopelandic. Es un idioma no literal que utiliza formas del lenguaje ininteligibles. No tiene sintaxis fija y no está concebido para la comunicación, a diferencia de un idioma estándar. Es un idioma sin sentido que a nivel fonético se asemeja al islandés. No toda la obra de Sigur Rós está cantada en Vonlenska, pero sí gran parte de ella. El uso de este idioma tiene una meta clara: acompañar a la intención de la banda de generar diversos sentimientos en el oyente.

Precisamente esa intención es la que mueve a la banda a seguir creando música. Su intención es la de crear y transmitir, pero sin entrometerse en los sentimientos que nos llegan al escuchar su obra. No hay un claro motivo de qué es lo que quieren contar con cada canción. Aquello que llega a nuestros oídos y lo que sea que ello genera se nos relega a nuestra persona. Nosotros decidimos qué nos transmite su música. No hay intromisión.

El resultado es que su melodía es un compendio de sensaciones, composición y morfología vasto y complejo. Es una forma de concebir la música completamente distinta a lo antes visto en la escena musical contemporánea. Es naturaleza y es orgánica. Es el viento que mece las ramas de los árboles o que acaricia nuestras mejillas bajo el sol primaveral. Es el suave tacto de la hierba en nuestros dedos o la arena de la playa jugando con nuestros pies. Es vida.
Su trabajo traspasa fronteras, de género y de formato. Su música puede ser escuchada formando parte de bandas sonoras de series de televisión y películas y hasta de espectáculos de danza. Vanilla Sky, Queer as Folk, The Life Acuatic with Steve Zissou, The Girl in the Caffe, Immortel, V, Remember Me, Mysterious Skin, Slumdog Millionare, We Bought a Zoo, The Vampire Diaries o más recientemente Game of Thrones, donde la banda además realizó un cameo durante su cuarta temporada, son algunos de los muchos títulos con los que la banda ha colaborado. Coreógrafos como Merce Cunningham o Wayne McGregor se han servido del sonido de la banda islandesa para sus trabajos. La famosa competición deportiva de regatas en Oxford y Cambridge ha hecho uso de una de sus más conocidas canciones, “Hoppípolla”. Para su colaboración el show de la HBO Game of Thrones compusieron una versión de “Rains of Castamere”, utilizada en la popularmente llamada “Boda Púrpura” para el capítulo “El León y la Rosa”.

Para su álbum Valtari contaron con el trabajo de diversos directores a la hora de llevar su música al formato audiovisual. Decidieron estipular un presupuesto igual para cada director, muy bajo, y dejar que la creatividad de cada uno de ellos jugara el papel más importante. El resultado es una serie de vídeos que cuentan con la colaboración de actores como Shia Labeouf o Dakota Fanning y la dirección de Floria Sigismondi, Björn Flóki, o Clare Langan entre otros. La libertad creativa para expandir y dar forma a la música fue la premisa en Valtari. Y mientras que en Takk… o en () su sonido es orgánico, ambiental y claramente influenciado por el género instrumental, su último álbum hasta la fecha, Kveikur, el primero compuesto por el trío actual que conforma la banda, presenta un sonido más electrónico y agresivo que sus anteriores proyectos.

Actualmente se encuentran inmersos en la preparación de un nuevo tour mundial y trabajando con el productor John Congleton. Lo que sea que nos depare con respecto a sus nuevos trabajos sólo podemos adivinarlo. Lo que sí sé de seguro es que sorprenderán, como siempre lo hacen. El trío norteño representa la verificación de que es posible hacer música y hacer arte simultáneamente. Es verídico el poder pertenecer a una industria asfixiada por el postureo y la fama y distanciarse de esos factores huecos y carentes de significado, para regalar a la humanidad pura sinfonía de belleza. Prueba de su humildad es Heima (Hogar), un álbum y DVD con entrevistas y actuaciones en vivo, además de material inédito de la banda, que fue rodado en su ciudad natal. Un homenaje a sus raíces que presenta varios conciertos que ofrecieron en 2006 en Islandia y que intenta funcionar como un agradecimiento formal al apoyo que les brinda su tierra.

Sigur Rós pertenece a la cultura musical contemporánea por derecho propio. Representan parte de la historia creativa del nuevo siglo y su concepto de música es tan abstracto y desconocido para la industria musical que conforma el TOP 1 de los Encubiertos. No recae en ellos el protagonismo de su empresa. Su escucha deja una huella indeleble en tu alma. Una impronta imborrable que te transforma en otra persona. Me aventuro a afirmar que escuchar a Sigur Rós te convierte en un ser más sensible. Tengo que creer que así es. Llamadme loco. Quizá lo esté o quizá fueron ellos con su obra los que me dejaron en un estado perpetuo de anhelo. Deseo por satisfacer mi hambre por música de una belleza similar. Si no me creéis, escuchad Dauðalogn, Olsen Olsen o Brennisteinn. Mi buzón de entrada está abierto para que me lo agradezcáis.
Maldita dulzura.