Angela Biedma: »Tras muchos bandanzos me di cuenta que no era una cantautora al uso»
Por 2 febrero 2017
Ángela Biedma aprendió a tocar la guitarra en la Iglesia. Lleva más de 10 años mostrando sus canciones. Pasó un tiempo en Madrid y trajo bajo el brazo tres discos y un mayor concepto de sí misma. Este mes comienza la presentación del último de esos discos, Abducidos, una marcianada: 14 canciones, 14 cantautores encerrados con ella en su habitación de Malasaña. Tras dos años de parón vuelve a las tablas el 3 de Febrero en La Sala de Sevilla y el Sábado 4 en La Fídula, Madrid.
Suenan las campanas de la basílica de la Macarena. La freiduría comienza la noche del fin de semana a toda máquina. Me señalan una terraza bajo unos naranjos aunque enero no pare su fabrica de frío ni siquiera hoy. Habrá que ser valiente e imaginar que la cerveza es un caldito con fideos. Ángela llega y me sorprende que sus duros rizos negros no se escarchen al sentarse. Es puro nervio pero sabe muy bien lo que quiere decir cuando le pregunto que qué es eso de ir abduciendo a cantautores por los caminos.
»Abducidos es un capricho que tenía yo de hacer un disco de colaboraciones. Todo surge de que después de sacar Arritmia y dar muchos bandazos me di cuenta de que no era una cantautora al uso. No me identifico con el método de muchos cantautores, ni con el sistema de promoción musical».
Decidió romper con todo. Montó un pequeño estudio en su cuarto. Comenzó a grabar las canciones que estaba componiendo sin productor, pero se dio cuenta de que no tenía por qué hacerlo sola »En mi caso mis canciones no van ligadas a mi persona. No defiendo la Ángela Biedma artista. Quiero que cualquier persona pueda cantar mis canciones, y quién mejor que mis colegas».
Así fue como empezó la colonización. Durante 2015 la Calle Rodrigo de Guevara de Madrid, se convirtió en lugar de peregrinación para lo más exquisito de la música de autor a nivel nacional. Imagino a las señoras de esa calle viendo por las rendijas de la ventana como llegaban un día las greñas de Pedro Pastor, otro los rizos de Álvaro Laguna, o la larga melena de Adriana Moragues. Todos con la guitarra a la espalda.»Que cuando decidí grabar el disco los 14 quisieran venir, me parece de lo mejor que me ha pasado».

14 cantautores, 14 canciones, una habitación. El humo carcomiendo las paredes, las zapatillas de andar por casa, las púas por el suelo, cables, pijamas y platos sucios suenan en la atmósfera de este proyecto. »Venían a echar el día en casa y antes de grabar nos poníamos púos de comer. Con Carmen Boza y Patricia Lázaro fue distinto porque vivíamos juntas. Tocábamos todo el tiempo. De hecho aparecemos con las camisetas grandes y rotas de conciertos que eran nuestros pijamas»
El peor trago para los abducidos no fue cantar sino aparecer en la marcianada de vídeos de promoción que preparaban el terreno a la llegada del disco. Unas pequeñas escenas como de película de ciencia ficción en la que los 14 artistas daban testimonio de la abducción.»Yo me ponía como si tuviese que dirigir algo, les decía, tú imagínate que te han secuestrado. Algunos tenían más vida pero la mayoría eran muy cortados. Yo a todos les decía que era el que mejor lo había hecho».
También fue en una habitación donde empezó todo. Hace más de diez años. Quizá con un ambiente más claro, con la funda olvidada de un violonchelo por el suelo y las marcas de un póster de Take That todavía en la pared. »Yo empecé a hacer canciones de muy chica pero cuando de verdad me di cuenta de lo mucho que me gustaba fue cuando escuché a Carlos Chaouen. Lo escuché en casa de mis padres. Recuerdo que tenía una tele y estaba cambiando de canal. Salió un concierto de Chaouen con Ismael Serrano. Estaban cantando No me canso. Una de las frases que les escuché cantar fue esa de el amor son tres flores que se riegan a diario. Me flipó tanto que la apunté en una estantería donde escribía lo que me gustaba».
Desde entonces la pasión por hacer canciones y buscar una nueva forma de decir la vida le acompañan. »Yo canto de las cosas que he vivido. A mi me inspira el amor en todos su aspectos. Desde el encoñamiento al amor en su máximo esplendor que haya podido alcanzar».
Ángela Biedma trabaja en un laboratorio, antes lo hacía en una cocina, y no piensa en versos. Anda por la vida, por los bares y las casas, se enfrenta a la calle sin acordarse de que a veces coge una guitarra y es capaz de transportar a toda una sala a ese lugar común, el vivir sintiendo a cada paso. Ángela bebe despacio y recuerda.
»Cuando llevaba meses viviendo en Madrid me presenté a un certamen. Pasé a la final, el premio era bastante pasta y tocar en la Sala Galileo. Alfonso del Valle me llamó desde Sevilla porque estaba organizando una actuación en el Teatro Virgen de los Reyes con Carlos Chaouen, Luis Pastor, Elena Bugedo y Kiko Veneno. Un cartelazo, me propuso tocar con ellos. Era el mismo día que la final y yo me veía con muchas posibilidades. Tuve que elegir entre el dinero, y en esa época me hacía mucha falta, y tocar con gente que admiraba. Me vine a tocar a Sevilla y no me arrepiento, no sabía cuando me iba a llegar otra oportunidad así. Justo esa noche conocí a Fernando Lucini que meses después me invitó a tocar en el homenaje a Gabriel Celaya en la Galileo. A veces rechazas una cosa pero te viene por otro lado. Si eso está para ti tarde o temprano te surge de nuevo».
Puede que Ángela Biedma no sea de las cantautoras que se recorren todas las salas del país presentando sus canciones pero es de la que son capaces de dar un volantazo en su camino por ver brillar la esencia de las cosas. Tras dos años sin subirse a un escenario vuelve a probar las tablas. No perdáis la oportunidad de ver el resurgir de este alien de las melodías con más fuerza y frescura que nunca. Vean resurgir el amor a lo cotidiano, al día a día. Déjense abducir. Puedes comprar tus entradas en este enlace.
