Ni Jon Nieve ni el Gran Poder, sólo Stanich

Por Nuria Sanchez

El ruido en las redes es todo un éxito. Incluso a los párrocos se les ve el plumero. La llegada de Ángel Stanich a la ciudad del lloro supera con creces la salida de un Gran Poder amante de la lluvia. Aunque el premio hable de calidades – nada de cantidades -, lo damos por válido, que ya sabemos cómo se tiran los feligreses a la calle cuando su señor sale a por tabaco y, en esas, tenemos todas las de perder. A estos no les supera ni el desfile de Jon Nieve en plena Avenida de la Constitución. Pero vayamos al lío. Ni Jon Nieve ni el Gran Poder, sólo Stanich. Con la decimonovena edición de Territorios suspensa, el “Lysergic songwriter” y su banda se olvidan obligados del concierto en La Hispalense. Pero no por mucho tiempo. Medio año después del comunicado de defunción del festival, SALA X monta una buena misa y todos tan contentos.

Rafael Tovar
Rafael Tovar

El viernes 4 de noviembre nos dejamos arrastrar por la ceremonia de clausura sin atender a las consecuencias del pecado. Más de hora y media anduvimos por el Camino Ácido con la realidad externa en último plano. Su gira pronto termina y tenemos que apurar hasta el último pitillo. La cita también es importante para los de arriba. Es salir la banda ante sus fieles y el diluvio, de golpe, toma terreno a la puertas de José Díaz. Mucha casualidad que el de Santander tenga entre su repertorio a un «Jesús Levitante» bien curtido en batallas, aunque un día llegue alguien y diga: «…Deja las drogas, te están afectando…».

De sobra sabemos que el look lo dice todo. El suyo es -sin duda- uno de los más peculiares de la escena. No queremos ni imaginar que la suya fuese la estética oficial de la banda porque -créenos- nos moriríamos de placer. Por eso no pestañeamos ni un segundo, para no perder nada en el intento. Pantalones pitillo, camisa ajustada, tirantes, espesa melena y barba partida a la mitad, es la indumentaria elegida para la ocasión. Como si Chuck Noland hubiese aterrizado después de años de naufragio sobre el altar de la X, pero -por momentos- con habla «andaluza». Adoptar nuestro acento es ya norma entre los que nos visitan. Las cosas del directo, imaginamos.

Rafael Tovar
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Acompañado por cuatro músicos carisma, el ermitaño del pop arranca -media hora tarde- con «Camino Ácido» y, desde ese momento hasta el final del bolo, recibe el apoyo de un público eufórico, pero elegante. El zapateo del norteño nos pone a tono. La fuerza de su rock folk nos acerca a la desobediencia y nos hace desechar todo lo que salga de un repertorio de oro. Catálogo que queremos ver crecer más pronto que tarde -que ya es hora-, este enganche nos viene de 2014 y ya nada puede frenar unas ganas de libertad para siempre desatadas. «Mojo» nos pilla con el traje planchado. No sabemos si Víctor L. Pescador ha sido cantante principal en otra vida, pero debería. Desenfrenado, vivo y volcado a fuego en el directo, el guitarrista se desenvuelve que da gusto y consigue la admiración de la grada. Los que conozcan el Camino, que guíen a los iniciados. Pero ni un principiante en la sala. Y menos mal, «Miss Trueno ’89» es el tercero de los Cuatro truenos cayeron que la banda sacaba en 2015 y ni entiende ni quiere entender de novatos.

Rafael Tovar
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En algún momento la luna nos regala la canción más especial del set list, «Jesús Levitante» encaja -por desgracia- con el sello que exportamos y nos devuelve a la reflexión milimétrica. «Río Lobos» es nueva, se hace bajita y despacio, lo cual exige momentos de silencio, ella nos canta con voz de licántropo. Un tema más no fire y «La noche del Coyote» encabeza la recta final. Esto es purito Tarantino. «Escupe Fuego» nos calma el mono que tenemos de nuevo material y nos devuelve lento a nuestras vidas. Tu amor no arde, siempre escupe fuego. «Carbura!» y «Metralleta Joe», si no las últimas literales, son las máximas sentimentales de la velada. Los músicos, por lo visto, también madrugan. Badajoz les espera frescos al día siguiente. Qué dura es -también- la vida del artista.

Rafael Tovar
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