Fiesta de pijamas en Sala X
Por 17 octubre 2016
Sí, tocaron en pijama (y botines). Aun sabiéndolo de antemano, sorprende. Sobre todo porque no sabes qué tipo de pijama utilizan. Si son esquijamas o de franela. En este caso, de los que brillan. Seda quizá. Algunos con estampados, otros de pantalones cortos. Todos en pijama. Eran ocho. Cuatro guitarristas, un batería, un teclista y dos cantando. Los dos que cantaban eran opuestos. Uno alto rapado (Daniel Suárez) y otro bajito con rastas interminables (Germán Sbarbati).
Así se presentaron los responsables de alegrarnos la noche de domingo a cientos de personas (la mayoría argentinos) que decidimos que ver a Bersuit Vergarabat en la Sala X era la mejor forma de acabar la semana. Buscábamos fiesta y no parar de bailar. Acertamos. El cuarteto de guitarras marcó con estruendo el ritmo de un intenso concierto que cumplió las expectativas. De las del chaval que botaba con camiseta de River Plate y del grupo de (también argentinas) señoras incansables que conquistaron la primera fila.

La primera canción fue una declaración de intenciones. “Aquí estamos / así estamos / aquí estamos y vamos por más / no queremos nada en especial / sólo queremos todo / y un poquitito más”. Y a bailar. Y a disfrutar. Ellos con pijama y nosotros sin sueño. Y entre canción y canción, cantábamos como si estuviéramos en un estadio argentino. Alzando las manos, silbando y coreando: ber-suit, ber-suit, ber-suit. Que nos decía que “tomo (bebo) para no enamorarme y me enamoro para no tomar (beber)” en una de las más de veinte canciones que proclamaron.
Vídeo de Inma Flores
La medianoche se cumplía en la calle y para nosotros no existía el reloj. Bersuit seguía mezclando rock con cumbia (o tango) en pijama y el público cerveza (Budweiser patrocinaba el concierto) con fotos en sus móviles. Que presumían de flashes cuando Alberto Verenzuela (con gorra militar) tocaba con su guitarra en la nuca y gritaba que “para bailar no hay que pensar”. Ese bien podría ser el titular de este texto. El lema de un show que desnudó el alma lúdica de estos cuarentones latinos. Que llevan casi treinta años diciendo que “mejor sal y no te quedes en casa porque si no te atrapa la pantalla”.

Esta vez nos atraparon ellos. Incluso los teloneros (La Maruja y otras hierbas) nos pusieron ya en marcha mientras se llenaba la pista. Con sus trompetas, guitarras y tambores sirvieron de calentamiento para lo que vendría luego. Con su explosivo combo de ska, rock y reggae fuimos estirando articulaciones mientras su enjuto vocalista se dejaba la piel sobre la moqueta del escenario. El público lo notó y aplaudían calentando también las manos. La noche arrancaba a todo gas.

Y ya no echaría el freno hasta la madrugada. Daba igual que al día siguiente fuera lunes laborable. Nuestro trabajo era estar ahí bailando y gozando en nombre de todos. De los que no pudieron y de los que no quisieron ir. De los que se perdieron la fiesta. La fiesta de pijamas de Bersuit Vergarabat en la Sala X.