Viento Smith: Un horizonte de paz infinita
Por 23 junio 2014
Flotando en un océano de tranquilidad, delicadeza y paz llega el álbum homónimo de Viento Smith, un ambicioso proyecto formado por músicos llegados de diferentes bandas, proyectos por separado de sus respectivas bandas que deberían ocurrir quizás con más frecuencia dentro del panorama musical actual si el resultado son trabajos como el que tenemos delante.
Ricardo Lezón (McEnroe), David Cordero (Úrsula), Nacho García (colaborador habitual de Marina Gallardo) y el productor y músico Raúl Pérez componen Viento Smith y traen un disco fresco, que viene a abrir con sus 6 temas de larga duración un resquicio de luz entre tanta oscuridad.
Canciones sosegadas que avanzan tímidamente hacia nuestros oídos, pero una vez que consiguen entrar consiguen embargarnos de esa calidez y paz que a veces tanto necesitamos y que tanto olvidamos. Letras cargadas de dramatismo con influencias de todos los componentes de la banda, que al venir de distintos grupos e incluso diferentes estilos dejan un pedacito de ellos en Viento Smith, el tema que abre el disco Donde los aviones con la voz de Ricardo es al más puro estilo McEnroe pero acaba fundiéndose dentro de los sonidos más característicos de Úrsula de David Cordero.
Tú, Stendhal y yo es dirigido por un sintetizador acompañado con un leve sonido de batería de fondo, como queriendo no romper la calma, para no romper la magia silenciosa en la que nos hayamos sumergidos dentro del universo que Viento Smith ha creado para deleite de todos nosotros, la letra es simplemente una genialidad que han sabido sacarse de la manga que sabe dejar paso a mitad del tema a unos bien definidos acordes de guitarra que ocuparán junto al sonido del sintetizador y los platillos de la batería el resto del tema. Temas de carácter dramático, de un amor que se fue, una mujer que se escapa y a la que no son capaces de llegar pero que nos dejan temas como El horizonte, donde la fragilidad y el dolor son tratados de forma realmente hermosa y visual. Ahonda la melancolía, la tristeza pero tratadas desde una perspectiva de paz, de sumisión, no hay rabia sino más bien rendición. Como colofón final nos encontramos con el tema de mayor duración de todo el álbum: Sólo nos queda el viento, cargado de sonoridad y que viene a cerrar de forma excepcional un disco que es simplemente deleite para quien lo escuche.
Viento Smith ha sabido dotar al disco de una atmósfera que consigue envolver a quien lo escuche, el tiempo se detiene en el momento en que le damos al play, estamos persiguiendo el viento de mano de estos artistas y nosotros mismos nos convertimos en ese viento, nada nos roza, no hay ruido en la ciudad, tan sólo estamos nosotros y las melodías de Viento Smith. Quizás uno de los principales aciertos de los componentes de la banda haya sido en saber canalizar la melancolía y el dolor, estos no consiguen hundirte sino que te dan la oportunidad de pararte a reflexionar entre tanto ruido. Aquella tarde de abril, llovía sin parar, llovía sobre mí, nada me podía mojar, enhorabuena y gracias Viento Smith por este horizonte de paz infinita entre tanta guerra.