«Entonces no me quedará más remedio que…»
Por 3 junio 2014
Cuando vimos en cartel que la obra ‘El Crédito’ estaría en el Teatro Lope de Vega de Sevilla lo primero que pensamos es que probablemente fuese un drama de carácter social, que hablaría de la crisis y que nos pondría sobre la mesa una serie de cuestiones sobre el mundo financiero. ¡Pues no! Cuán ingenuos somos si nos dejamos guiar por un título solamente… Pero allá que nos lanzamos a dejarnos llevar por el teatro y ¡menuda sorpresa!
Con un planteamiento inicial bastante normal y habitual –un pobre hombre que va a pedir un crédito a una sucursal bancaria- nada hace presagiar que, después de las súplicas de Antonio (Luis Merlo) y las negativas del bancario ante su insolvencia, la situación dará un giro de 180º ante una amenaza y se desatará la catástrofe en la vida de Gregorio, el director del banco (Carlos Hipólito). Pero eso es lo que tienen los textos de Jordi Galcerán: la sorpresa, llevarte las manos a la cabeza, decir «¡no me lo puedo creer!», los giros, el humor y tenerte enganchado a la función hasta el último segundo.
No es la primera vez que Carlos Hipólito interpreta un texto de Galcerán –autor también de Burundanga o Fuga, entre otros-, ya trabajó en la obra El método Grönholm. Sí es la primera ocasión en la que trabaja junto a Luis Merlo y la primera que ambos lo hacen bajo la batuta de Gerardo Vera, quien ha realizado una magnífica dirección del dúo de actores. El fantástico resultado de este trabajo pudo medirse en las risas constantes de los espectadores y en todo un público en pie dedicando un prolongado aplauso a los actores al final de la función.
Luis Merlo demuestra ese don que tiene para la comedia en un despliegue sin fin de recursos interpretativos que hacen de su personaje un tipo curioso. Un tipo del que no sabemos nada, tampoco para qué quiere el dinero, pero que desencadena con sus palabras –y su retórica- toda una serie de emociones en el otro personaje. Es una función de dos y su personaje “cree en la palabra dada y es lo único que tiene para ofrecer: su palabra de que va a devolver el dinero”.
Carlos Hipólito, reciente ganador del Premio Valle-Inclán, con su presencia, naturalidad y talento tiene al público en el bolsillo desde el minuto uno. El actor destaca que trabajar una obra de Galcerán “es un regalo porque construye personajes muy reales, muy vivos, muy humanos, es decir, llenos de contradicciones como somos todos”. Su personaje, concretamente, tiene un recorrido emocional enorme que le permite pasar por todos los estados: risa, llanto, desesperación, duda, sorpresa, rabia, etc. Cree tener toda su vida controlada y planeada pero, de pronto, descubrimos que su vida no tiene esos cimientos sólidos que pensaba. Merlo puntualiza que “la vida tiene planes para nosotros y a veces aparecen de la forma más accidental”.
Ambos personajes combinan sus interacciones con unas llamadas de teléfono que, en nuestra opinión, abordan con tanta naturalidad que parece que al otro lado de la línea hay alguien dándoles la réplica. La función está aderezada con algunos momentos audiovisuales en los que se nos muestra un espacio latente y la breve acción que ocurre en él. Carlos Hipólito nos reseña una propuesta del director en el montaje y es que Gerardo Vera, al principio, “montó una cosa que es como una especie de planteamiento. Digamos que cuando empieza, ocurre una primera cosa que no es exactamente la obra, es como un preámbulo donde Luis y yo salimos a proponerle el juego al público. Sin hablar, sólo con la actitud”.
La obra es un no parar de sorpresas y giros que hacen que el público ría, aplauda y viva intensamente la situación con los personajes. El éxito no sólo lo da un texto brillante como el de Galcerán que está muy bien dialogado, sino también unas interpretaciones de sobresaliente.