‘Aggiornamento’ de José Piñar en la Galería Mecánica

Por Bego Barrera

jose-pinar-1-trazosNegar la presencia irreductible de la pintura en el panorama del arte actual sería privarnos de buena parte de la producción artística que se está haciendo y, sobre todo, sobre la que se sigue debatiendo y sobre la que se sigue pensando. El trabajo que José Piñar (Granada, 1967) expone en la galería Mecánica de Sevilla nos devuelve a este lugar que nunca deberíamos olvidar, el de la pintura, o el del acto de pintar como actitud de reflexión, de encuentro, aunque también de sorpresa.

De un lado, se manifiesta en su proyecto el fuerte carácter experiencial de las obras, que comienza con el proceso inventivo, prosigue con el encuentro con la tela, continúa con la elaboración y se prolonga en la aproximación del espectador a la obra. De otro lado, puede que el vocabulario resulte familiar, y es que en ese sentido Piñar hace converger los elementos clásicos de la pintura contemporánea en sus cuadros, quizás para demostrar que los lenguajes nunca se agotan del todo si aún nos queda algo por decir. De este modo, nos encontramos con un fuerte valor experiencial y con un vocabulario al que se le quiere exprimir sus potencialidades expresivas hasta las últimas consecuencias.

jose-pinar-aggiornamiento-2El resultado es una sensación inestable y discontinua, no en la pintura -que también- sino en el espectador. La fortísima carga sensorial de los colores y los trazos interpela a quien observa, y obliga a imaginar la energía física y la corporeidad de quien los realizó. Una pintura material, en el sentido más puro de la palabra, que no se reconoce a sí misma más que como la huella de lo que el proceso ha dejado. Pero aún así, y como ya se ha señalado a propósito del trabajo de Piñar, el rastro que nos queda es incompleto, discontinuo, y parece querer prolongarse más allá del necesario límite del cuadro que, más que limitar, señala la posibilidad, aún no recorrida, de expansión por los márgenes. Aquí está una de las virtudes del arte contemporáneo, la de obligarnos a aceptar que el cuadro no encierra todo, que hay contenido incluso en los espacios alternos a los que solo alude a través de su ausencia. Piénsese en aquella perspectiva nacida en el siglo XV, tan totalizadora, tan tautológica, que creía encerrar el mundo en sí misma sin dejar nada fuera de sus jerarquías visuales. Piénsese, ahora, en la pintura de Piñar, demoliendo las jerarquías y señalando que las posibilidades del cuadro no son solo las que aparecen en su superficie, sino las que parece apuntar mediante trazos fracturados que continúan al margen, más allá de sus propios límites.

Y todavía hay más posibilidades, la de ser reducto de la experiencia, aquella que Dewey definió como vitalidad elevada, y que no significa encierro dentro de los propios sentimientos y sensaciones privados, sino un intercambio expansivo, activo y atento frente al mundo. De modo que no eran solo los trazos lo que se expandían, sino también nuestra experiencia, si creemos a Dewey y aceptamos la propuesta de la pintura de Piñar, que dinamita los límites del marco y de la individualidad del espectador, en tanto que necesita a la fuerza física y mental que ideó el cuadro para empezar a entenderlo; requiere la corporalidad y recae sobre la materia, aquella, como la pintura, sobre la cual nunca es tarde para pensar e innovar.

Aggionamento de José Piñar. 

Del 6 de Febrero al 12 de Marzo 

Horarios:

Lunes 18:00 a 21:00 h.

Martes a Viernes 11:00 a 13:30 y de 18:00 a 21:00 h.

Sábados 11:00 a 13:30 h.

Galería Mecánica (Cabeza del Rey Don Pedro, 15)