Misterio, imprecisiones y fantasías
Por 25 noviembre 2013
Repudiamos y deseamos, con la mayor fuerza de la que somos capaces, a la naturaleza. La negamos y la acallamos, presas de la ira contra quienes quisieron identificarnos con ella, atarnos a nuestra condición biológica, encarcelarnos en su condición. Sin embargo, somos capaces de reconocernos a nosotros mismos que a menudo ansiamos también perdernos en ella, extraviarnos y pertenecer a su magnitud, tomando parte de esa palpitante dimensión natural que en las piezas de María Ortega aparece tan convulsa, casi pasional: Lo Habitado, lo define ella. Es el arte, mediante la fértil capacidad de sus imágenes, el que brinda puntos de encuentro a nuestros dilemas y nos guía hacia nuevas posibilidades de comprensión. Entender la naturaleza es extraviarse en ella, dejarse interpelar por su materia y sus ritmos, descomponer y componer fórmulas de colores, interpretar complejos equilibrios. Quien se propuso enfrentarse a ella e interpretarla en forma de paisaje sabe bien de las dificultades que sus infinitas facetas presentan. Valga aquí el término “paisaje”, en tanto que constructo y fruto del subjetivismo de la artista en su encuentro con la naturaleza, para acercarnos a un trabajo saturado de experiencias y experimentaciones.
María Ortega construye espacios de confluencia entre materiales acumulados que dan cuenta de la heterogeneidad del mundo natural: acrílico mezclado con óleo, a veces diluido, otras denso, grafito sobre papel y témpera se reparten el espacio (pictórico) de un collage de encuentros entre mundos interiores y exteriores. Tal vez su eficacia radique en la capacidad de traducir una sensibilidad particular a un lenguaje universal -quizás doblemente universal, por ser el del arte y el de la naturaleza. De ello deriva la amplitud de estas imágenes, su virtud para funcionar en diálogo con los espectadores. El espacio de sus piezas se puede recorrer, se puede penetrar, se puede transitar en múltiples ritmos cambiantes, pues es un espacio impreciso, cargado de potenciales diálogos con un entorno fantasioso que, sin embargo, se nos antoja real, verdadero. Posibles caminos por recorrer en laberintos milenarios como los que María encontró en los troncos de los árboles y con los que trabajó en anteriores proyectos. De ese contacto permanente con lo vegetal convertido en cómplice ha quedado una huella perenne en su personalidad, que parece desear a la vez que respetar y admirar a lo primigenio.
Estos cuadros que hoy se exponen en Sevilla compiten con la naturaleza, sí, qué duda cabe. Pero también la prolongan, la ensanchan, la reinterpretan. No es algo nuevo en María Ortega Estepa, pues en su trayectoria de joven pero prolífica artista ya ha mostrado su cualidad para establecer este tipo de sutiles diálogos con la naturaleza y para traducirnos a nosotros las impresiones de lo que recibió de ellos, transformando en magia sus hallazgos, creando una poética cada vez más madura, cada vez más personal. Y no nos queda tras enfrentarnos al cuadro, al fin, la sensación de encarar una naturaleza idealizada. He aquí otra de las claves. Las imágenes no pierden un ápice de humanidad, de concreción o de humildad, si se quiere. Parten de la parcialidad, de visiones fragmentarias de un mundo que, ya sabemos, nunca podremos captar en su amplitud. Parten de lo delimitado y llegan, sin embargo, a lo amplio, a conectar con abundantes ideas, con matices infinitos, a salirse de un marco que, aunque presente se rinde, se rinde ante la capacidad expansiva de estas pintura. Su virtud reside en el lenguaje, en el empleo de un juego honesto e insólito que nos permite desvestirnos de nuestros reparos y recaer en lo misterioso, lo impreciso. Un lenguaje que nos impulsa a penetrar un espacio familiar e ignorado donde la densidad de experiencias que allí se acumulan nos hacen percibirlo como un lugar donde las historias se sedimentan y donde lo natural, saturado de presencias, se nos antoja habitado.
“Misterio, imprecisiones y fantasías”
María Ortega Estepa.
Galería Mecánica, Sevilla
Del 8 de noviembre al 17 de diciembre de 2013
Horario: Lunes 18:00 a 21:00 h. Martes a Viernes 11:00 a 13:30 y de 18:00 a 21:00 h. Sábados 11:00 a 13:30 h.