Manuel Vilas: ‘Listen to me’

Por Daniel López García

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El pasado junio de este año se celebró en el Centro Cultural Círculo de Escritores de Madrid un encuentro que debatió la relación entre literatura e internet bajo el título de “Los autores tienen la palabra: preguntas y respuestas en la era digital”. Entre los participantes se encontraban reconocidos escritores como Elvira Lindo, Rodrigo Fresán, Julio Llamazares o Julia Navarro. El debate abordó diferentes aspectos como la distribución, el proceso de escritura o las ventas de libros en relación a las ventajas que ofrecen las nuevas tecnologías. Entre sus conclusiones, se recapituló que las redes sociales son el reino de la banalidad y que, desde luego, se carece de datos que corroboren que la presencia de autores en ellas se traduzca en un incremento de ventas[1].

lbv-porLauraRosalAnteriormente, en las páginas virtuales de esta revista, he reseñado dos obras literarias que partieron de las diferentes herramientas que proporciona internet y, en concreto, las redes sociales como cauces de expresión y desarrollo de la escritura entendida como acto creativo (me refiero a Ars Vivendi de Tomás Rodríguez Reyes y Mi padre y yo. Un western de Juan Manuel Gil). En ambas obras las redes sociales también posibilitaron el encuentro entre escritores y lectores favoreciendo una comunicación previa y la valoración de la obra. Lectores entre los que se encontraban los propios editores (Javier Sánchez Menéndez de La Isla de Siltolá en el caso de Tomás, Ana Santos de Los Libros del Gaviero en el de Juan Manuel) cuya labor fue fundamental y cabe destacar, al menos, en dos sentidos: por un lado, por su capacidad para vislumbrar una obra que se cuela entre la multitud de textos con aspiración literaria que ofrecen las redes sociales; por otro, frente a la dispersión que presenta el texto en la red, por su labor de selección y organización convirtiendo esos escritos en una realidad unificada y concreta a través del libro. Este libro, Listen to me, de Manuel Vilas y su editorial, La Bella Varsovia de Alejandra Vanessa y Elena Medel, son una confirmación de todo eso y otra respuesta a la visión sesgada y, a mi parecer, peyorativa que aquel encuentro celebrado en junio ofreció de la relación entre internet y literatura. Además, evidencia el enorme valor y riesgo de estas editoriales al publicar aquello que les suscita mayor interés ético y estético, en conexión con los lectores y por encima de otros fines.

Listen to me, en relación al lector y a su bagaje, toma la forma literaria del diario. El libro recoge un periodo de cinco años, entre 2008 y 2013, en el que el carácter literario de Manuel Vilas se cuela a través de su escritura por medio de su blog primero, para terminar desembocando en una sucesión continua y dispersa de estados en la red Facebook. Al igual que un diario, Manuel Vilas expresa su devenir cotidiano y, en ese sentido, cuenta su existencia y la realidad que le circunda: viajes, experiencias y lecturas que van articulando  una idea de la sociedad española, sus gustos literarios e incluso expresa una visión de la vida y el arte. Al mismo tiempo, por esos cauces virtuales, se filtran digresiones y anhelos, expresiones de deseos y meditaciones, que van tomando diferentes formas: conversaciones con Dios, con Lou Reed, con María Magdalena; otros diálogos entre Rajoy y Satanás; algunos decálogos preceptivos; o breves prosas salpicadas de ficción y poesía. De esta forma, Manuel Vilas –el escritor- convive con Manuel Vilas –el personaje-, solapándose la sucesión de lo cotidiano con la expresión de los deseos. Y así, su escritura se va situando entre los márgenes de lo real y lo ficticio, y va creando ese espacio vilasiano donde cohabitan portada_alta_peqel Vilas que vive con el Vilas imaginado.

Al acercarnos a Listen to me como diario o autobiografía personal, resulta irremediable recurrir al antecedente de Jules Renard, porque en el diario del francés ya se encuentran algunas de las características que atraviesan la obra de Manuel Vilas. Por un lado, el testimonio cruel de la sociedad, en este caso la española: [31 de diciembre de 2012] “Yo protesto (…) quiero otro país. Quiero otra gente. Quiero otra forma de ser español. Quiero respeto a la cultura. Quiero grandeza de ánimo, generosidad y quiero sobre todo la invención de un futuro diferente, imaginativo, luminoso, justo, pero también fascinante, ilusionante y festivo”; en segundo lugar, por su carácter irónico, subrayado por el carácter urgente que toma su escritura en internet y que da lugar a un acto de comunicación donde emisión y recepción se dan casi de forma simultánea, permitiendo jugar, burlándose o disimulando, con el significado de sus enunciados: [7 de diciembre de 2012] “Hay que drogarse y comer menos” * “Cada día escribo peor, es fascinante. Me encanta”; tercero, ante el desasosiego que manifiesta por la situación cultural y política de nuestro país, internet, como el París de entre siglos, es una fiesta donde con ese carácter lúdico y popular se encuentran y dialogan Vilas el escritor, con Vilas el personaje, con la literatura universal y con sus lectores [1 de agosto de 2013] “No se puede ser un poeta universal si no se es un poeta popular”; y por último, como Renard en su diario, Vilas muestra un incansable aliento literario que va desde la expresión de sus gustos [17 de noviembre de 2011] “Hay dos poetas que me interesan muchísimo. Uno es Pablo Neruda y el otro Walt Whitman. Son los únicos que sobrevivirán”, a una visión general de la literatura [24 de octubre de 2011] “Casi todos los libros son iguales como lo gente” que lo lleva a acercarse al entendimiento de la vida como algo inabarcable tanto para el arte como para el hombre [22 de junio de 2013] “Cuando un escritor muere, la literatura se convierte en un pálido reflejo de la grandeza de la vida”.

Releo las primeras páginas del diario de Jules Renard y encuentro a Vilas. “El talento es cuestión de cantidad”, escribe el francés en 1887 para continuar meses más tarde: “lo propio del artista es escribir a salto de mata sobre cien temas que surjan de improviso; desmigar, por así decirlo, el pensamiento”. En el prólogo de Listen to me Alejandra y Elena opinan que Vilas escribe incluso cuando no está escribiendo y en cualquier circunstancia y bajo cualquier pretexto, y es esa convicción la que espolea el deseo de ambas con el fin de armar este libro. Y es que, en el fondo, en la escritura de Vilas surge la impresión de que hay una cuestión que subyace y que preocupa más profunda, una búsqueda de algo puro y verdadero, o que, al menos, dé sentido a esta broma, a veces tan pesada, en la que vivimos.

[+] La fotografía de Alejandra Vanessa y Elena Medel (La Bella Varsovia) es de Laura Rosal


[1] Amaya Aznar, “El dilema del escritor 2.0: entre la soledad analógica y la promoción digital” en ABC, 11 de junio de 2013