La «Democracia» de Pablo Gutiérrez
Por 17 septiembre 2013
En 1837 se publica el cuento Wakefield del escritor norteamericano Nathaniel Hawthorne. El relato narra la historia de un hombre, Wakefield, en el Londres victoriano que toma la decisión de abandonar a su mujer para instalarse en la casa de enfrente y pasar desapercibido durante más de veinte años. Al finalizar el cuento y a modo de moraleja, Hawthorne plantea que, a pesar de la aparente confusión de nuestro mundo las personas están pulcramente adaptadas a un sistema, y a su vez los sistemas se hayan engarzados entre sí, de forma que sí una persona se expone al riesgo de ausentarse de él por un momento, corre el peligro de perder su puesto para siempre.
Un siglo más tarde, en 1949, el también estadounidense Arthur Miller publica y estrena en Broadway su obra Muerte de un viajante. En esta obra, el personaje de Willy Loman entabla una lucha con la sociedad en busca de la felicidad y de la propiedad privada como bienes inalienables del individuo. Este personaje es despedido a una edad avanzada y, cansado por el paso de los años y a causa de este hecho, se siente infravalorado y relegado de su lugar en el mundo. Además, se encuentra en una relación de conflicto con su hijo mayor que manifiesta por parte de Willy la necesidad del empleo y el trabajo como medio de bienestar y éxito social, y por parte de Biff, su hijo, la contradicción que genera un modelo social donde las expectativas de trabajo y la felicidad personal no van en paralelo.
A finales de 2012, la editorial Seix Barral publicó Democracia, el último libro hasta la fecha del andaluz Pablo Gutiérrez (Huelva, 1978). El escritor llegó a esta novela avalado por partida doble. Por un lado por la crítica, con el prestigioso Premio Ojo Crítico y siendo elegido por la revista británica Granta como uno de los 22 mejores escritores jóvenes en español; por otro lado por el mundo editorial, pasando de Lengua de Trapo, editorial a la que hasta ahora había estado ligada su obra, a la división de las grandes editoriales con la mencionada Seix Barral.
Democracia podría ser la conjunción y manifestación de lo que Hawthorne expresó de forma alegórica a través del cuento y Miller desarrolló a través del conflicto escénico entre unos personajes a través del diálogo: la compleja organización sistémica en la que se ha estructurado el devenir de las personas donde el empleo, la carencia o disfrute del mismo, se ha convertido en el medio de integración o exclusión y el garante de una cierta felicidad vital. En el caso de Democracia, este hecho se expresa a partir del prurito de plasmar la incertidumbre, la inquietud y la confusión que provoca el contexto actual. Un contexto marcado por la crisis económica y sus consecuencias, las movilizaciones sociales, la precariedad y el empeoramiento en las condiciones de vida, y, sobre todo, la desesperación y el desaliento que genera la falta de visión de un futuro mejor cercano.
Con todo ello, Pablo Gutiérrez construye una historia organizada en dos niveles narrativos que van en paralelo. El primero se inicia el día de la caída y quiebra de Lehman Brothers que provocó una desestabilización de la esfera de la economía mundial. El segundo despega el momento en el que Marco, aparejador de oficio, es despedido de la empresa para la que trabaja, hecho que sucede el mismo día del desplome de la compañía global de servicios financieros, iniciándose así el camino de descenso del personaje hacia los márgenes de la sociedad. De esta forma, Pablo Gutiérrez consigue armar un relato donde se imbrican lo global y lo personal, manifestando la incapacidad de cohesión que ha alcanzado este sistema de organización social. Y lo expresa, sobre todo, a través del devenir de un personaje, Marco, y la incidencia de la crisis económica y las políticas que la motivaron en su vida íntima y cotidiana.
Para construir este relato, además de la narración paralela, Pablo Gutiérrez despliega una serie de recursos narrativos en los que emerge lo mejor de este escritor. Destaca la manera de organizar el libro que adopta la forma y el fin de un glosario. En su organización interna más que de capítulos se podría hablar de entradas de textos, presentadas por una palabra, un sintagma o una breve oración, que a modo de leit-motiv desarrollan y relacionan los diferentes ejes de la narración. Además, de esta forma, consigue el fin de catalogar y expresar nuevos aspectos y diferentes planos del contexto de sus personajes -la televisión, los movimientos sociales, el sentido del arte- que se van solapando a la estructura paralela y tienen incidencia, sobre todo, en la vida de Marco.
También sobresale el uso que hace el escritor de las diferentes voces en la novela. De la misma forma que los diferentes planos de la realidad se solapan en la narración a partir de esa estructura por entradas, en la prosa de Pablo Gutiérrez se intercalan la voz del narrador con la de los personajes de forma sucesiva e ininterrumpida. Con un uso absolutamente libre del diálogo, se van sucediendo aleatoriamente la voz del narrador -que parte de una visión general de los hechos-, monólogos interiores de los personajes -que expresan una visión particular y subjetiva- y diálogos –en los que se establece la confrontación de diferentes puntos de vista-, a los que se suman citas y textos de otros autores –estableciendo un marco comparativo con digresiones científicas, artísticas, filosóficas o de la cultura popular. De esta manera, la visión que se articula de los hechos y del contexto deriva en una amalgama de ideas y expresiones que manifiestan la confusión e incertidumbre que generan los profundos cambios que viven y que tratan de interiorizar los personajes.
Por tanto, Democracia sigue siendo la constatación de la brillantez de la prosa de Pablo Gutiérrez, de la inteligencia y destreza que demuestra en su escritura y la agilidad manifestada en su lectura. Además, resulta un ejercicio encomiable de cómo la literatura aborda cuestiones de actualidad y de su capacidad de sugerir inquietudes y ansiedades humanas asociadas a un contexto. Sin embargo, quizá el contrapunto de esta novela se encuentra en la amplitud de aspectos que aborda su mirada. Esa multitud de esferas y planos que se van manifestando y solapando, si bien son la expresión de una realidad compleja en la que todo lo consistente parece disiparse, al concentrarse en gran medida en el personaje de Marco y su zozobra social, acaban arrastrando tanto a él como al lector en una debacle tan desesperanzadora como confusa e infinita.