Ella, Tu y Yo. Todos precarios

Por Daniel López García

“A finales de 2011…” y comienza Yo, precario, la novela de Javier López Menacho (Jerez de la Frontera, 1982); el mismo momento en el que para muchos jóvenes de este país se inicia o continúa un relato de vida cuyo leitmotiv son el desempleo y la precariedad laboral.

Yo, precario es la primera novela de Javier López Menacho. Conocemos que su origen son las chococrónicas que Javier escribía cada noche en su blog al regreso de su jornada laboral con el ánimo de contar la triste realidad que estaba viviendo. Al margen de cuánto de real sean las historias que nos cuenta Javier, en la obra el escritor nos sitúa ante las aventuras y peripecias de un personaje en un espacio y tiempo concretos, contadas con honestidad, frescura y sentido del humor. Por tanto, más allá de lo verdadero o no de la historia, de si coinciden en Javier autor, narrador y personaje, lo más importante de esta obra se sitúa en el plano del lector. Este cuando se enfrenta a la lectura de Yo, precario reconoce el mundo que lee y participa de esas situaciones como propias, emplazándose dentro de la historia.

En Yo, precario emergen, al menos, dos maneras de contar que provocan en el lector esa identificación. De la primera podríamos decir que es más antigua que el propio caminar y se encuentra en el germen de lo que entendemos por novela en lengua hispánica, El lazarillo de Tormes. La novela de la vida de Lázaro de Tormes no es más (ni menos) que el relato de su humilde y precaria vida, su caída y ascensión, a través de los diferentes oficios que desempeña bajo las órdenes de diferentes amos (un ciego, un clérigo, un escudero). Estas se cuentan en primera persona, a modo de autobiografía, y de forma breve, con evidente cinismo y sarcasmo. Esta forma de contar convirtieron las andanzas del Lazarillo en la crónica más aproximadamente exacta de la época. Desde el título de esta obra se nos presenta a un personaje que podría ser cualquiera. En lugar de su nombre real utiliza un pseudónimo por el que conocemos uno de sus precarios oficios y la baja cuna que tuvo, ni pueblo ni ciudad, sino un río, el Tormes.

Por su parte, en la obra de Javier López Menacho se narran también de un modo autobiográfico las desventuras de un joven de hoy y de los diferentes oficios por los que transita bajo las órdenes de unos nuevos y modernos amos (una conocida marca de chocolatinas, otra de telefonía, los multicines de un centro comercial). Bajo el imperativo de estos nuevos señores (“Lo primero que tienes que hacer es quedarte en calzoncillos”, da inicio al primer capítulo) se nos muestra a un personaje desposeído de toda dignidad. En este caso también el título, como en la novela del siglo XVI, es una muestra de la deshumanización que sufre. En Yo, precario llega al punto de reducirse a tan solo un pronombre sin más atributos que la precariedad. Más adelante, en el capítulo intermedio de la obra se describirá a sí mismo: “Tengo casi treinta años (…) Mi único activo es no poseer nada. No tengo hipoteca, no tengo familiares a mi cargo, no tengo coche, no tengo piso, no tengo trabajo”. De esta forma funciona como un espejo en el que ese yo, precario, puede ser el propio Javier, pero también tú, y también ella, y así hasta una generación completa que tan solo posee una fecha de nacimiento, los años ochenta.

Fotografía de Ana Portnoy La segunda forma de contar viene de la mano del periodismo de investigación, del reportaje y el periodismo gonzo. Las vivencias del precario se combinan con analíticas descripciones de los contextos laborales en los que este se desenvuelve y del que acaba siendo víctima. El personaje desde el corazón de estos contextos nos describe las complejas relaciones de subcontratas que trabajan para otras subcontratas que a su vez lo son de una empresa principal, donde el precario ocupa el escalafón más bajo a la espera de un sueldo que se pierde en ese laberinto de jerarquías; o de la competitividad entre compañeros que frente a tanta incertidumbre se transforman en enemigos. Aunque no se queda ahí y avanza un paso más. De la reflexión sobre los contextos laborales y las relaciones que mantenemos las personas, alza la mirada hacia el contexto general de nuestro país, el marco donde desarrollamos nuestra convivencia, a partir de su último empleo, animador de partidos de fútbol en unos multicines. Sin ser moralista ni doctrinario, destaca la importancia de la conciencia y la ética ciudadana, pero cómo es posible progresar en estos valores en una sociedad de más de cinco millones de parados donde sus responsables están lejos de ser un ejemplo.

Yo, precario fue publicado por la editorial Los libros del lince el pasado marzo. Son muchos los que han sido interpelados por la obra y han visitado sus páginas. En menos de un mes agotó su primera edición y ya se ha anunciado una segunda. El libro cuenta con la participación del ilustrador sevillano Miguel Brieva, responsable de la cubierta, dibujante que lleva años ilustrando la crisis y los desbarajustes de nuestra sociedad a través de sus dibujos y viñetas.

Durante este mes de abril Javier se encuentra presentado Yo, precario en diferentes ciudades andaluzas. En Sevilla contaremos con él este martes, 9 de abril, en Espacio Abierto en la calle Pasaje Mallol nº 8. El acto de presentación tendrá lugar a las 19:30 horas, organizado por la librería La fuga en colaboración con la Oficina de Derechos Sociales de Sevilla.