«Lo que he escrito es una realidad muy dura que tendrá que ser evaluada»
Por 22 abril 2013
Fotografías de Irene Águila Rodríguez / El pasado martes el escritor jerezano Javier López Menacho presentó su libro, Yo, precario, en Sevilla. El acto fue organizado por la librería La fuga en colaboración con la Oficina de Derechos Sociales de Sevilla y tuvo lugar en Espacio Abierto. Con este acto, Javier dio comienzo a una serie de presentaciones que lo llevaron por otras ciudades andaluzas como Jerez y Cádiz, a las que seguirán Barcelona, Madrid, Pamplona y Valencia en los próximos días. Con la primera edición agotada en menos de un mes y la segunda en ciernes, tanto lectores como medios de comunicación no han sido indiferentes a Yo, precario.
Javier nos cita una hora antes de la presentación del libro en Espacio Abierto. Previamente había sido entrevistado por un medio alemán y una radio suiza. Suele repetir estar viviendo un sueño del que no quiere despertar. A continuación, os acercamos la conversación que con él tuvimos.
Daniel López García: Internet ha supuesto nuevos cauces de expresión que posibilitan que las personas con vocación literaria puedan desarrollar esta faceta. Me gustaría que nos comentaras cuál es el proceso por el que esas chococrónicas que escribías en tu blog se convierten en novela.
Javier López Menacho: Internet te ofrece la posibilidad de tener un espacio público accesible a todo el mundo de una manera gratuita. Eso hace que cualquier escritor tenga la posibilidad de expresarse y eso es fundamental. Yo empecé haciendo las crónicas porque estaba haciendo un curso de periodismo narrativo. Las crónicas las hacía un poco a lo gonzo: iba a trabajar, luego a clase y luego al ordenador. Me basaba mucho en lo que estaba leyendo: “Mejor que ficción” de la editorial Anagrama y leía mucho a Hunter S.Thompson, Rodrigo Fresán, Gabriela Wiener de Mondadori, una serie de autores que están experimentando con la narrativa periodística en primera persona y siempre, de alguna manera, como si fueran espectadores que están en los sitios. Cuando iba por la cuarta o quinta crónica me di cuenta de que eso que era mi manera de vivir entonces se podía convertir en una novela. Había leído “Anatomía de un instante” de Javier Cercas y se me había metido en la cabeza que yo podía novelar el tema del trabajo y presentarlo en un libro completo. Así sucedió todo.
D.L.G: ¿Y qué papel ha jugado Enrique Murillo, tu editor, en todo esto?
J.L.M: Fundamental. Tan fundamental como que una persona desconocida que no sabe absolutamente nada de cómo dirigirse a editoriales, ni nada, que solo había consultado a unos amigos con libros publicados, consigue publicar su libro. Y fue tan tan fácil como dirigirme al correo electrónico de la editorial y mandar mi manuscrito, un poco kamikaze. Y él lo lee y apuesta por un chaval que no conoce de nada y del que no tiene referencia alguna. Yo hasta entonces solo había publicado un microrrelato. Imagínate si es por el microrrelato lo que el hombre podía hacer. En ese sentido, su papel fue y es absolutamente fundamental, el de crear una colección de narrativa donde apuesta por escritores noveles. Sin ir más lejos, antes que a mí publica a Marina Perezagua, una profesora que nace en Sevilla. Es una persona que está dando cabida a voces nuevas dentro del desolador panorama que vive el mundo editorial. Por tanto, chapó por Enrique y me alegro mucho de haberlo conocido.
D.L.G: La situación actual por la que atraviesa el país se está convirtiendo en motivo literario. Junto a tu obra, podríamos destacar el último libro de Pablo Gutiérrez “Democracia” o “A la puta calle” de Cristina Fallarás, que abordan este fenómeno con diferentes recursos narrativos. ¿Crees que la situación actual genera buenos temas literarios?
J.L.M: En el fondo, los escritores siempre han escrito de lo que viven, lo hacía Kafka, lo hacía Bolaño. Todo lo que vivían lo plasmaban y, lógicamente, ante la gran depresión que estamos viviendo existen voces que se están arriesgando, que están haciendo cosas nuevas y que están buscando cómo combinarla con la ficción. Sobre todo, lo que yo veo es que hay una generación que está intentando llevar esta realidad a la ficción. Yo hago un poquito algo de eso. Yo parto de esta realidad, la novelo, aunque al fin y al cabo es una autobiografía. Y da como resultado un artefacto que los libreros no saben muy bien dónde colocarlo, si en libros de ensayo, si en libros periodísticos, en novela, aunque esa indeterminación le está viniendo muy bien al libro.
D.L.G: Muchas personas se han sentido identificadas con tu libro y se han visto reflejadas en las situaciones poco dignas e injustas que reflejas en esos empleos precarios. Esto y el hecho de escribirlas en primera persona han llevado a convertirte en una de las imágenes del “joven precario español” ¿Cómo estás viviendo todo esto?
J.L.M: Muy mal, no lo llevo bien. Porque me preguntan mucho si soy un emblema, si soy un estandarte y yo no represento a nadie, solo me represento a mí mismo. Otra cosa es que el texto genere empatía. Si el texto genera empatía, si la gente se siente identificada y de alguna manera, como me han escrito algunas personas, sirve para dar esperanzas, por mí, bienvenido sea y estoy muy orgulloso de que el texto provoque en el lector rabia, ternura, esperanza… que genere todo lo que tenga que generar. Pero yo no puedo representar a nadie y menos por un tema del morbo de la precariedad, eso no es bonito. Vamos a buscar representantes jóvenes sociales que sean ejemplo y que de alguna manera abran caminos. Yo lo único que he hecho es escribir un libro. Lo que pasa es que la mediatización del desahucio, del precario, del inmigrante, del que se va, eso parece ser que es una marca que vende. Yo no quiero entrar en ese juego. Yo solo he escrito un libro, del que me hago absolutamente responsable, pero lo que no puedo es representar a nadie más. Eso me parece una temeridad enorme. Así que no lo llevo bien, pero tengo que ser consecuente con lo que he escrito. Y lo que he escrito es una realidad muy dura, que está ahí y que tendrá que ser evaluada.
D.L.G: Yo, precario está teniendo mucha repercusión, tanto en los medios como en los lectores. Podríamos calificarlo de éxito editorial. Es algo muy positivo, aunque no sé si genera cierto vértigo. Desde el punto de vista creativo, cómo te planteas el siguiente paso.
J.L.M: Está claro que está siendo un éxito editorial, lo quiera yo evitar o no. El libro se está vendiendo muy bien, no paran de pedirlo las librerías y va ya por la segunda edición. Todo eso son cosas muy positivas, irremediablemente. Y yo estoy muy contento, el editor está muy contento y vamos camino de seguir buscando que el libro se conozca y que consiga más lectores. Eso no se puede negar. Lo que planeo a partir de aquí, como se pude sospechar es dar un giro absoluto porque yo no quiero ser el precario de España. El próximo paso sí o sí es ficción, ya sea que yo haga un libro de ficción y que no me lo publique nadie, me da igual, yo voy a seguir escribiendo igual; ya sea un bombazo, no me importa. Tengo una visión de la literatura y de la sociedad, y esa visión la voy a reflejar en un libro, pero en un libro de ficción. Estoy con varias ideas en la cabeza, creo que tengo ideas potentes, pero me queda desarrollar lo que es el proceso más bonito. Estoy esperando un poco a que pase toda esta vorágine, sigo entrenándome haciendo artículos, microrrelatos, relatos, pero el proyecto gordo lo estoy guardando para el verano que es cuando me pondré otra vez a retomar la escritura, que definitivamente es lo que a mí me gusta.
D.L.G: Leyendo cosas sobre ti, descubro que escribes poesía. Me da mucha curiosidad saber cómo es la poesía del Javier López Menacho
J.L.M: Mi poesía es prosa poética, pero la forma en que la presento es como un poema. Tengo varios poemarios escritos que no están publicados en ningún sitio. Pero como casi todos los escritores, yo también cultivo todos los ámbitos y vas probando. Es un tanto barroca y, ojalá, tuviera la posibilidad algún día de darle salida a esos poemas. Y luego, yo sigo escribiendo, estando en el tren cojo mi libretita y me pongo a escribir cualquier cosa.
D.L.G: Nombras en la obra un recuerdo de tu infancia, la película “El nadador” de Burt Lancaster en la obra, en relación a la soledad y el desconcierto de la escena final. Un recuerdo que también permanece en mi infancia. Más tarde, ya adulto, descubrí el relato de John Cheever en el que está basada…
J.L.M: ¿Te pasó eso?
D.L.G: Sí
J.L.M: A mí me pasó exactamente igual. Vi la peli y luego el relato. Como muchas veces pasa, el relato es mucho mejor que la ficción, pero en este caso las dos cosas me entusiasman.
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