Los Infames. Respeto a los maestros

Por Diego A. Vicente

Los Infames adelantan sus primeras grabaciones en un EP homónimo con vocación de rocanrol, sin trampa ni cartón, ‘con actitud pero sin pose’ como se definen ellos mismos.

Bienaventurados estos tipos que se encierran en el Estudio 335 (Lora del Río Hudson) con sus aperos de rocanrol y les sacan el ritmo y la vibración justas para que Viejos Tiempos sea un auténtico chispazo en el motor del ánimo. Las guitarras de Carlos Abad y Quique Ruiz suenan a los Stones más incendiarios y la percusión de Guillermo Luceño recuerda a unos Tequila versionando Sympathy For The Devil. Cantar a los viejos tiempos parece oportunista con la ruina que tenemos encima, pero Los Infames apuestan más por recuperar la vieja escuela, esas «derrotas elegantes» a las que hacen mención en Volver a empezar.

Canciones que suenan clásicas, con aperturas de guitarra que atrapan y respetando esa máxima de los Chanclas que decía «en medio de esta canción, como en medio de todas las canciones, viene un punteo». Los experimentos con gaseosa, por supuesto.

Con Atrapado, una historia de un sí-pero-no-pero-luego-te-llamo (después de todo nos ha tocado vivir en los tiempos de las huelgas de basura y los amores van al paso) consiguen uno de esos estribillos redondos que dignifican al rock y con unas guitarras de portentosa figura para rematar el tema. Hay influencias de Los Ronaldos -su frescura se diría, sino fuera por lo manido del término-, la melancolía del canalla que destilan los temas de Los Rodríguez.

Todo va bien empieza más reposada, con una letra más crítica «cuando nadie hace nada, no te puedes quejar», casi propia de un blues pero filtrada por la ironía del rock. No se achantan Los Infames y remontan el ritmo en la segunda mitad del tema con la guitarra pletórica de Abad, que salta por encima de la tarascada a la altura del tobillo que es la vida de vez en cuando. Johnny B. Goode no lo tuvo mucho peor que nosotros. Pero mira, ahí está el tío.

Y llegados a este punto, para no ceder al desaliento, Los Infames invitan al resurgimiento con Volver a empezar, marrón y cuenta nueva, que la abordan poniendo la guitarra más vertiginosa, más Keith Richards si cabe, para hacer un eslalon gigante con las desdichas y a desbordar por la banda. Perfecta la letra combativa «otra vez la huida hacia delante y a mantenernos siempre de pie» para cerrar este primer capítulo de Los Infames.

Con caligrafía de los grandes, Los infames son mucho más que unos principiantes; muchas bandas a las espaldas -como Los Bingueros, con la que compaginan Carlos y Guillermo- y otros grupos que quedaron atrás (Soulteros), años de carretera y de bolos sin fin, avalan a estos músicos alejados de las pretensiones y de las posturas forzadas de las bandas debutantes; así es la sencillez que da la experiencia y el buen hacer.Cuatro temas de excelente factura los que han conseguido estos cuatro devotos de la romería del patrón del bueno y viejo rocanrol. Talento, respeto a los maestros y hacer que parezca fácil lo que es muy difícil, hacer rocanrol de verdad.