Juego, danza y jaque mate en el Central

Por Paula Velasco

Jugar está mal visto. El verbo está asociado a la infancia y, en todo caso, a los adolescentes que invierten su tiempo ante la pantalla, pulsando botones como si les fuese la vida en ello. El homo ludens ha sido condenado al ostracismo, a la par que se ha ensalzado al hombre cuya vida gira en torno al trabajo. Pero el juego no debería esfumarse, del mismo modo que nunca habría de desaparecer ese niño interior que todos tenemos, capaz de articular miles de respuestas ante una sola pregunta. En torno a esa idea de juego baila Play, un dueto que se mueve con los cuerpos de Shantala Shivalingappa y Sidi Larbi Cherkaoui.

La lengua española se queda corta en significados para el vocablo jugar. En inglés, to play engloba tanto la idea de jugar como el meterse en la piel del otro en una interpretación, así como la acción de tocar un instrumento. Todo esto y mucho más cabe en una sola palabra, y también puede concentrarse en un solo escenario. Anoche, el Teatro Central fue testigo de todo ello. Con los primeros acordes aparecieron las primeras sonrisas entre el público, y allí se mantuvieron, tatuadas en las caras de los espectadores, que supieron dejarse conquistar por la pasión y la felicidad que emana de esta obra.

Sidi Larbi Cherkaoui, bailarín y coreógrafo belga cuyas raíces se encuentran en Marruecos, recoge en sus movimientos la tradición occidental. Su piel transpira danza contemporánea, aquella que aprendió de la mano de Anne Teresa De Keersmaeker, y que ya había a dado a conocer en coreografías anteriores. En sus composiciones ha sabido rodearse de artistas de la talla de Damien Jalet, Akram Khan y María Pagés. Su interés por el mestizaje aparece latente en esta obra, en la que comparte coreografía y escena con la bailarina india Shantala Shivalingappa.

Ella es puro sentimiento y elegancia. En su cuerpo se combina lo contemporáneo con la devoción por la danza Kuchipudi, el estilo tradicional del sur de la India, todo aderezado por la calidad interpretativa de Shivalingappa. Su impresionante técnica y su estilo la llevaron a unir su nombre al de Pina Bausch, una mujer sinónimo de arte, de danza en estado puro. Fue ella la que presentó a ambos coreógrafos, y a ella está dedicado este espectáculo. Play se gestó en 2008 a partir de un trabajo previo, fechado en 2004, que fue elaborado a petición de Bausch, y desde su estreno ha recibido todo tipo de alabanzas.

Las expresivas manos de ambos introducen al espectador en un cuento. Sobre el escenario, el espacio se mueve en torno a los bailarines, mientras ellos reinterpretan ese juego que es la relación entre personas, el mismo que se convierte en seducción cuando parte de la atracción entre dos cuerpos. La música interpretada en directo acompaña siempre a los bailarines, que, además, participan de ella con sus voces. Todo este entramado está dirigido hacia un único sentimiento, el de felicidad, que se desprende de cada movimiento e impregna al público. Al caer el telón, tras una tormenta de aplausos más que merecida, toda el graderío estaba fundido en una sonrisa.

No voy a contar nada sobre lo que sucedió en esa hora que pasé envuelta en la magia de Play, porque todavía puedes ser partícipe de ella. Será esta misma noche en el Teatro Central a las 21:00, por solo 17 euros.
No olvides invitar a familiares y amigos, sean de la edad que sean, sean cuales sean sus gustos. Te lo agradecerán.