Agentes secretos al servicio de Su Majestad la Comedia
Por 19 octubre 2012
Fotos: Irene Águila / Crónica: Thomas Esposito
Un piano, ruidos del mar, un conde inglés que ofrece uno de sus bombones de importación a una baronesa alemana: una atmósfera tranquila, pero solo es la calma antes de la tempestad. La Casa de la Provincia acogió anoche, en el penúltimo acto del ciclo ‘Entretejas‘, la representación de la obra ‘La balada de los espías’, comedia vibrante e inteligente sobre el fascinante microcosmo del espionaje.
El montaje es la última creación de Javier Ossorio, director de la compañía Síntesis Producciones, que en esta obra cuenta con los textos del autor Juan Alberto Salvatierra y la interpretación de los actores Iñigo Nuñez, Asunción Sanz y Míchel Suárez, este último, encargado del verdadero fulcro de la historia: las notas del piano-bar que hace de escenario a toda la representación. Pierre, pianista del hotel de Algeciras donde se desarrolla la trama, acompaña con su música cada momento de la obra y observa con discreción todo lo que ocurre entre los cuatro protagonistas. Nuñez y Sanz, a su vez, entren y salen de las dos parejas de personajes que, con sus disputas amorosas y sabotajes de (poca) inteligencia militar, van ejecutando la melodía de esta balada.
La historia de fondo es la de los grande conflictos del siglo pasado. La trama alterna los detalles de dos funestos encuentros entre dos parejas de espías: el que se produce en plena Segunda Guerra Mundial entre Fred, espía británico a servicio de su majestad, y Elsa, agente del servicio secreto del Tercer Reich; y el que protagonizan durante el conflicto de las Malvinas el espía argentino Ricardo y la Gibraltareña Noelia.
El escenario de todo, Algeciras, con sus barcos que entran y salen del Estrecho, su posición estratégica, su cercanía al Peñón y sus monos, y su condición de cruce entre mundos tan diferentes como el español y el británico, el europeo y el americano. Una condición que penetra la esencia de la obra y de su humor, basado fundamentalmente en la brillante mezcla lingüística que se concreta en la interpretación de los tres actores, que en su peculiar partida barajan gibraltareño, inglés, alemán, francés, español, argentino e italiano.
La trama discurre dentro de un cauce de mentiras, subterfugios, trampas y pizcas de seducción, que saltan de los ’40 a los ’80, infundiendo dinamismo a la narración y animando a unos personajes un tanto patosos en su anhelo de servir a las respectivas patrias. Sus deseos, sin embargo, se verán frustrados por su mismo ímpetu, que terminará por aplastar a todas estas contradicciones bajo el peso de la naturaleza demasiado simple de un ser humano obsesionado por el deber y demasiado dispuesto a obedecer.
Citas de la obra:
«Ardo en deseo de probar uno de esos bombones ingleses importados, Conde», la baronesa alemana Elsa poniendo en duda la identidad de Alfred, Conde de Essex, que afirma dedicarse al import/export.
«¡Cuidado! Es de fabricación italiana», el espía argentino Ricardo, escarmentando a Noelia sobre la calidad de la bomba que está manejando.
«Duda de los químicos alemanes?», la baronesa Elsa, respondiendo a las dudas del Conde de Essex sobre el narcótico que ella lo ha inducido a beber.
‘La balada de los espías’: