Cumpleaños Feliz con Low
Por 28 marzo 2012
Fotografías Iram Martínez / Según la teología, y la Wikipedia, la mística (a la que sólo pueden acceder unos pocos), añade a un alma perfeccionada por la gracia o por el ejercicio de la austeridad, la experiencia de la unión directa y momentánea con dios (da igual cual); pues bien, el pasado lunes 26 fui testigo directo de cómo se puede recrear este misticismo en un escenario. Y los protagonistas y encargados de poner en escena tanta gracia fueron los estadounidenses Low.
Nunca antes los había visto en directo y aunque los sigo hace años, la verdad es que cuando los vi tocar recordé la primera vez que los escuché. En el ambiente reinaba un silencio solemne y la música encajaba perfectamente en ese silencio, difuminándose, casi como la fina línea del horizonte que separa el mar del cielo.
Steve Garrington, acompañando al teclado y bajo los golpes pausados y rítmicos de Mimi Parker, pretendiendo el latir del corazón y Alan Sparhawk (cantante y guitarra) retorciéndose con cada acorde de guitarra, ensimismado en un éxtasis musical. Era algo bastante intimo, a pesar de las 300 personas que se dejaron caer por allí y que anonadadas asistieron a una relajante sesión de masajes para el alma con final feliz. Y no me refiero a ’20$’, el último tema del concierto y primer single del nuevo disco ‘C’mon’.
Tocaron temas del nuevo disco además de hacer un repaso a su carrera musical. Por supuesto, no podía faltar ‘Murderer’ y aunque me quedé con ganas de escuchar ‘Breaker’, supe nada más entrar en la sala del Teatro Central (este concierto conmemora su inauguración para la Expo92) y ver los instrumentos en el escenario, que eso no iba a ocurrir. Dos guitarras, una caja, un goliat, dos platos, un bajo, un teclado; y tres personas en él.
Con un sonido perfecto, como nunca he escuchado en un grupo en directo, el guitarrista y líder del grupo nos acariciaba el alma con cada nota, con tanta suavidad y delicadeza como tocaba las cuerdas de su guitarra. Lo difícil es transmitir tanto con tan poco, y Low lo consigue con cada disco. Y en este en particular apuestan por todo lo bueno que tiene el ser humano y por la esperanza.
Al salir del teatro y ver el río fluyendo suavemente, sentir la cálida brisa de la recién estrenada primavera; y la noche tranquila, reinada por una Luna menguante maravillosamente gibosa, la ciudad de fondo…
Pero Sevilla ya no era la misma; era un lugar mejor.
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