Y Calamaro estrenó la Custom de Sevilla
Por 16 mayo 2011
Diego Vicente Roncel / Nació en el barrio viejo de Once, en Buenos Aires, hace casi medio siglo. Es un símbolo de Argentina, como Gardel, como Maradona, como el corralito, como el sonido triste de un bandoneón. Andrés Calamaro, el poeta de lo popular, resucitó (otra vez) para estar en el escenario de la Sala Custom de Sevilla (no es Luna Park pero nos apañamos). Con todo el papel agotado para la velada del sábado, fue una celebración para todos sus incondicionales que tuvo una réplica la noche del domingo.
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Para sorpresa de todos, el que subió al escenario se parecía bastante al Calamaro de siempre; colgado, de su guitarra eléctrica, camisa negra, gafas de aviador y con una cinta en la frente, que le daba un look entre su idolatrado Dylan y un John Rambo de misión en la nieve. El cantante rejuveneció la voz casi quince años para abrir la noche con ‘¿Quién asó la manteca?’ que enlazó sin tregua con los usureros sentimentales de ‘Alta Suciedad’. El estribillo fue coreado con ansia; había ganas de Calamaro y ahí estaba el cantante de nuevo, logrando un éxito como los de antes. Tras despachar los temas, el argentino alzó la guitarra al cielo de la Sala Custom en gesto de triunfo. Quién dijo miedo. Una estocada en todo lo alto.
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Andrés se volcó entonces sobre los teclados, para cantarnos ‘El Salmón’. Hacía tiempo que no le daba a los teclados en directo y eso es síntoma de que el artista está en forma. Aunque todo es más fácil cuando se tiene un subalterno como Alfonso Pérez alias ‘Al Pacino’. Con ‘Los Divinos’ pusieron a bailar a todo el mundo y aprovecharon para desear mucho arte al pueblo sevishano.
Después vinieron temas que el público calificaba de puro Calamaro como ‘Mi Propia Trampa’ o ‘Rumbo Errado’. El ritmo de ‘Tuyo Siempre’ nos puso a bailar con esa melancolía tan caribeña que tiene la cumbia. Pero al instante siguiente se nos heló el bailé en los pies porque sonaron las primeras notas de ‘Estadio Azteca’, la invencible letra de Marcelo «Cuino” Scornik, que le puso la piel de gallina hasta al calamar de peluche que pendía del micrófono cual bandera pirata. El tema dedicado al coliseo mexicano fue uno de los grandes momentos del concierto que vino seguido por la muy popular ‘Te Quiero Igual’, en la que el bonaerense, de nuevo al teclado, deslizó unos versos de Gardel, como una advertencia de lo que vendría luego.
La temperatura del público subía, la atmósfera de la sala debía condensar litros de cerveza y el clima era etílico subtropical. A pesar de todo, el argentino estuvo contenido y en ningún momento dio rienda suelta a su histrionismo. Muy metido en su papel de maestro de ceremonias, a lo Mick Jagger, recorriendo el escenario arriba y abajo siempre por debajo de sus gafas negras. También se tomaba sus momentos de pausa, como cuando, brillantemente acompañado por el maestro Alfonso Pérez hizo regresar a Los Rodríguez para ‘7 Segundos’. Los amores taciturnos de la gran ciudad dejaron paso a un rayo misterioso que hizo bajar las luces en la escena y Calamaro cantó con voz antigua el clásico inmortal de Carlos Gardel ‘El Día Que Me Quieras’.
Tras el homenaje al tango y a sus raíces, la banda recuperó su Honestidad Brutal con ‘Ansia en Plaza Francia’. El público agradeció los numerosos temas de Los Rodríguez, en los que se vislumbran las influencias del Dylan más eléctrico pero también se evidencian las estridencias del rock de los noventa, como esos ‘100 Pájaros Volando’ que podrían haber tocado los mismísimos Guns N’ Roses.
A continuación se desató la locura con ‘Sin Documentos’, que Andrés, aficionado al mundo taurino, remató con el vuelo de dos medias verónicas. La banda que acompaña al argentino, comandada por Candy Caramelo al bajo, es su mejor aliada en los directos. El arte de Alfonso Pérez ‘Al Pacino’ al piano y el ritmo que le imprime Niño Bruno a las baquetas tienen mucho que ver en el éxito de esta gira.
Excesivas y con punteos exagerados sonaron ‘Los Chicos’ y ‘Días Distintos’ pero el público enloquecía sabiendo que el final estaba cerca. Y así, Andrés Calamaro, con la camisa empapada y arrugas en la voz, afrontaba la vigésima y última canción del concierto. Como el viejo zorro que es, sabe que las despedidas son siempre lo que más se recuerda, por eso se reservó a ‘Paloma’ para el final.
Hace ya algún tiempo, Quique González nos regaló una versión inolvidable de este tema cuando esto se llamaba Sala Q, ¿te acuerdas? En esta ocasión fue el propio autor de la canción quien le hizo los coros al público, que cantó ‘Paloma’ de principio a fin. ‘Paloma’ es una de esas canciones que no hace falta guardar en el ipod porque siempre te acompañan; se la encuentra uno en los bares o donde menos se la espera.
Para los bises, escuetos, el argentino eligió ‘Crímenes Perfectos’ y el gran éxito ‘Flaca’. No decepcionó porque tenía el éxito asegurado, pero si cabe preguntarse si podría haber dado un poquito más. Aunque el artista estuvo a la altura del cantante que es, la hora y media de concierto se nos hizo un poco corta. Será que la pasamos bien. Pero como dice el tango, basta de carreras, se acabó la timba. Un final reñido ya no vuelvo a ver. Pero si algún pingo llega a ser fija el domingo, yo me juego entero. ¡Qué le voy a hacer..!