Territorios 2011: crónica y fotos del viernes 20
Por 21 mayo 2011
Con el sonido de la indignación aún en los oídos nos desplazamos anoche de la plaza de la Encarnación, sede de #acampadasevilla, al Monasterio de la Cartuja, casa del Caac y, para este fin de semana, la de la XV edición del festival Territorios 2011. Un año más el Festival Internacional de Música de los Pueblos traía a Sevilla su propuesta musical, cada vez más variada y generalista, en una edición en la que los organizadores apostaban por la conversión del evento en festival masivo, gracias a la incorporación de un nuevo escenario en la explanada del Monasterio y a unos precios más asequibles. Una decisión que, sin duda, ha sido recompensada por la asistencia del público, que ha parecido disfrutar de las actuaciones de artistas como King Yellowman & the Sagittarius Band, Vetusta Morla, Asian Dub Fundation o 2manydjs. Aunque…
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La primera larga noche de Territorios 2011 empezaba con el rock espumoso de los mestizos Bikini Red, banda formada por músicos españoles y encabezada por la cabeza rubia del sueco Daniel Strombeck. Su actuación en el siempre precioso escenario Tres Culturas sirvió para confirmar las buenas impresiones que nos causó su primer álbum ‘I you love me get out’. Delante de un público muy joven los Bikini Red aprovecharon su hora de gloria para dar buena muestra de su talento y de sus ganas de hacer rock, declarada por el mismo Strombeck desde detrás de unas Rayban al puro estilo Blues Brothers.
Sin embargo a esa hora otra música dominaba en el Monasterio. En el escenario Cruzcampo Sergio Rodríguez, mejor conocido como Sho-Hai o Hate, repasaba el repertorio del rap y el hip-hop nacional, géneros a los cuales el artista ha aportado mucho a través de su trayectoria en los Violadores del Verso. El rapper alimentó un público multitudinario con su rap duro y directo, con clásicos de su antigua banda y con temas de su nuevo ‘Doble vida’.
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Su concierto terminaba a las 23 horas, demasiado tarde para quien quisiera ver a Sr. Chinarro en el escenario Tres Culturas o a Yellowman & the Sagittarius Band estrenando el nuevo escenario Icas en la explanada frente a la fachada del Monasterio. Un aspecto recurrente de Territorios, pero que se acentuaba este año, al concentrar a más de 30 actuaciones en dos noches. El año pasado ya nos lo decía un usuario comentando nuestra crónica de Territorios 2010: el formato de festival con escenarios múltiples es atractivo y permite ofrecer una propuesta mucho más rica, pero puede limitar la posibilidad de disfrutar de los conciertos y de asistir a todo lo que uno quisiera.
Como todos, nosotros también tuvimos que elegir y optamos por la actuación de Antonio Luque, alias Sr. Chinarro, monumento del indie nacional, que abría haciendo mención a la cuestionable decisión de prohibir las concentraciones el día de reflexión y diciendo que las ‘canciones’ son un poco como los objetos que se producían antes en los silos del Monasterios – columnas de entrada al escenario Tres Culturas – y que ahora, dicen, ya la gente no quiere en sus casas. Su directo lo disfrutaron muchísimas personas, y muchos se quedaron atrás porque llegaron tarde. Sobre las 23 horas el flujo de gente empezó a crecer y se hizo más difícil moverse entre los distintos escenarios. Una pena, porque lo del Sr. Chinarro fue un concierto al puro estilo Territorios, por cercanía e intensidad. Los méritos son suyos, por su voz, siempre a la altura, y por la genialidad en la composición de sus letras, pero también de su banda, que enriqueció canciones de autor con un sonido vibrante, dulce y firme, que, además, tuvo que vencer los problemas causados por el sound-system.
Luego fue el momento de visitar el escenario Caac, situado en los jardines del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, donde tocaba escuchar a Miss Caffeina. Los madrileños reunieron a un público muy amplio, aunque no muy variado, cubriendo con su rock adolescente el patio de los jardines del Caac. Un directo a su altura, fiel a sus grabaciones, sin destacar.
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Nos fuimos antes de ver el final porque queríamos estar en el escenario Cruzcampo para cuando hiciera su entrada en Territorios una leyenda viviente del rock como Mark E. Smith, cantante de los míticos The Fall. La banda produjo mucha expectación, su sonido duro y anti-melódico había despertado nuestros sueños más rockeros. Y, efectivamente, los músicos fueron a la altura de su nombre, algo que en cierto sentido podemos decir también de Smith, excesivo en su postura de estrella del rock en descomposición. Su actitud en el escenario fue de lo más caótico. Vestido como cualquier hombre de su edad, el cantante tenía asustadidos a los fotógrafos, avisados por la manager a no acercarse demasiado, porque, literalmanete, Smith «escupe y pega». Dio trabajo a los técnicos presentes en el escenario, tirando todo lo que estaba en la trayectoria de su deambular tambaleante y tranquilo. Usando dos micrófonos, amplificaba y distorsionaba aún más su voz, enamoradiza para los amantes del género punk. Alrededor suya, los músicos permanecían impasibles, resistiendo a las provocaciones del jefe malo, que subía el volumen de los amplis o tocaba un par de teclas a su antojo. La teclista acompañaba de vez en cuando las locuras de Smith, paseandose por el escenario con sus cuatro bolsos colgados. Definitivamente, la calidad del sonido de esta banda fue lo que hizo grande ese concierto, mientras la actuación de Smith permanece en la línea sutil que hay entre la locura artística de las estrellas del rock y la tomadura de pelo.
Por una media hora el concierto de The Fall se pisó con el de Vetusta Morla. Los madrileños, reyes de los hits, llenaron el escenario ICAS y abrieron su actuación sumándose al minuto de silencio que a las 00.00 horas marcaba el comienzo de la jornada de reflexión en #acampadasevilla y en todas las acampadas del país. La emotividad de este comienzo marcó todo un concierto que impresionó hasta los que siguen escépticos con esta banda. La explanada se llenó y la gente invadió hasta la fuente, sin agua para esta ocasión. Los temas de sus dos álbumes, ‘Mapas’ y ‘Un día en el mundo’ retumbaron en el cielo de la Cartuja haciendo de reclamo para todos los que decidieron correr hacia el nuevo escenario. Óptimo directo, fresco y emotivo, como de costumbre. Estos chicos, aún dividiendo las opiniones al respecto de su música, se han merecido todo el éxito que han tenido.
Después del concierto de los madrileños se pudo ver cómo el espacio del CAAC se quedó pequeño para un público tan masivo. El arco de entrada al Monasterio de la Cartuja fue testigo de un atasco que por varios minutos dejó encerrada a la gente entre los pocos metros cuadrados que tiene. El agobio de esta situación hizo que el muro en Facebook del festival se llenara de críticas y sugerencias. La organización ya ha respondido que para esta jornada intentará resolver estos problemas.
Volviendo a la música, quiénes venían sin mucha publicidad y terminaron arrasando fueron, poco después – 00.30 horas – los King Mida’s Sound. El grupo, formado por el guitarrista y cantante Trinidad Roger Robinson, la vocalista japonesa Hitomi y el dj Kevin Martin, sorprendió gratamente con su dubstep oscuro y seductivo, recordando los mejores ataques electrónicos de Massive Attack. En su actuación en los jardines del Caac hicieron bailar a un público que, gracias al boca a boca, no dejó de crecer y sacrificó la primera parte del concierto de Raimundo Amador (que por cierto, fue un muermazo) en el escenario Cruzampo. El escenario más pequeño del Territorios siempre nos da agradables sorpresas y este año el concierto de King Midas Sound se lleva el trofeo de mejor directo de la noche, esperamos verlos de vuelta pronto.
El maestro del flamenco blues se presentó a su Sevilla con muchas ganas, acompañado de su amplia banda y demostrando más agallas que en las últimas apariciones. El público le fue fiel, y él intentó recompensarlo con una actuación en la que no faltaron buenos punteos y temas míticos como ‘Candela’ o ‘Ay que gustito pa’ mis orejas’, aunque le faltó voz y algo de pasión.
Eran casi las 2 h, hora de la actuación de Asian Dub Foundation en el escenario Icas, y una ola de gente empezó a dirigirse hacia la explanada. En ese momento se hizo claro que la afluencia desbordó las posibilidades logísticas del Monasterio. Uno de los problemas que eso causó fue en la circulación entre el escenario Icas y los demás espacios, tendiendo que pasar todo el mundo por la estrecha puerta de entrada al Monasterio. Sin contar con las colas para los servicios, insuficientes, y en las barras. Todo ello hace de esta edición un evento distinto de los anteriores, más ambicioso, más ricos quizá, pero falto de aquella cercanía a la que las paredes del Monasterio nos habíamos acostumbrado. Las mismas paredes, este año, han sido más un elemento de constricción que de amparo. El pequeño escenario Tres Culturas y el monumental espacio Icas son las dos versiones de este festival, que , en nuestra opinión, se deja disfrutar más cuando su dimensión no es tan grande.
A pesar de ello, los miles de la Cartuja disfrutaron del dub reivindicativo de los chicos locos de Londres, que traían a Sevilla su ‘A history of now‘. Un directo digno de un gran festival y de una grande banda. Los Asian Dub Foundation desbordaron energía y ritmo, en una actuación que no tuvo solución de continuidad. Tomaron el pulso al público y sincronizaron su música con los latidos del corazón de cada uno, produciendo una ola de cuerpos en permanente estado de brincos. Insuperables.
Tuvimos tiempo, entre los asiáticos y 2manydjs, de ver la actuación de Nach, que dio buena muestra de su experiencia y su talento en saber animar al público. Sus letras se ponían de lado de las personas que en estos días están demostrando su enfado y afirmando su derecho a ser escuchadas en las calles de España, al dirigirse el rapper a los políticos, los banqueros y todo el que no respete las diferencias.
A las 3.45 horas, recién recuperados del guantazo que nos habían metido Asian Dub Founation, al público que había elegido el escenario Icas le tocaba seguir bailando, esta vez al ritmo de las creaciones musicales de 2manydjs. Un dj set, el de los hermanos belgas David y Stephen Dewaele, que mezcló clásicos del rock, funk, electrónica y éxitos contemporáneos convirtiendo todo en una única línea temporal que podría haber seguido hasta las 10 horas de la mañana. Durante su directo fueron pocos los que se fueron, prefiriendo quedarse atrapados entre los olivos en ese viaje a través de la música.
El encanto terminó a las 6 horas de la mañana, hora en que todo el mundo tuvo que abandonar el prado del Monasterio, agotados pero contentos, no sólo por haber disfrutado de un gran día de música, sino sobre todo porque el día siguiente la magia volvería a empezar.