Alamedeando’10: vídeos del sábado 18 septiembre

Concierto de Los Sentíos en Estraza

Para que la tarde tomara un rumbo definitivo hacia la fiesta, el grupo sevillano Los Sentíos recabó una ingente cantidad de público que tuvo que repartirse como buenamente pudo entre las dos plantas del Estraza, situado en la calle Feria. El trío ofreció una actuación acústica formidable, en la que pasearon desde las pacíficas tierras del folk, hasta las incontenibles acantilados del rock and roll clásico, pasando cómo no por ese blues que controlan a la perfección.

[Escucha aquí sus nuevas canciones]

Noche del sábado

Sofocada la amenaza de lluvia, miles de jóvenes tomaron la Alameda el sábado por la noche, como si fuera la última vez que pudieran disfrutar de música al aire libre este año. El tiempo (meteorológico, se entiende) tendrá la última palabra. Los camareros repartían cervezas casi sin descanso en las barras, y tras una jornada de tapas, teatros y juegos, apetecía soltar un poco de adrenalina para apagar inhibiciones.

No está nada mal ver a tanta juventud compartiendo un ambiente tan rico como es la Alameda (mejorada o empeorada tras las reformas, eso lo dejamos a tu elección), junto a mayores de cincuenta y padres con sus pequeños, agarrados a sus manos mientras aprenden cómo se baila el reggae.

La vista gorda

Buen sabor de boca y muchas ganas dejaron los componentes de La Vista Gorda. Aún con el recuerdo jugoso de La Mula en la pasada edición del festival, los de Alcalá de Guadaíra trataron por todos los medios de mantener alto el pabellón del funk, aunque a través de una versión más mestiza. A pesar de ciertos inconvenientes sonoros (básicamente, que la sección de metales se escuchó demasiado bajo gran parte del concierto) sus canciones a dos voces, auspiciadas por el tono reivindicativo de sus letras, mantuvieron al público enganchado.

La banda del tigre

Bajo la responsabilidad de cerrar la noche, La Banda del Tigre tardó en encontrar su sitio, pero cuando lo hizo consiguió un triunfo sin paliativos. El grupo supo contagiar su ska, aderezado con un regusto reggae muy de agradecer, como si de una corriente eléctrica se tratara, hasta el punto de convertir las primeras filas en un hábitat peligroso pará cámaras y fotógrafos. Gracias a versiones peculiares, como la de la canción principal de ‘El Padrino’ o la infantil ‘Agáchate, y vuélvete a agachar…’ alcanzaron el cénit del jolgorio alamedero.

Lástima que los horarios hubieran de ser tan rígidos (cosa que comprendemos, habida cuenta de las razonables protestas vecinales) pero dio la sensación de que a los espectadores la parranda se les hizo, una vez más, algo escueta.