Entrevistas Alamedeando 09: Alfonso Sánchez

Por J.M. Campos

La Trilogía Sevillana. La productora Mundo Ficción. Los cortos de los pijos, los canis y los hippies. Te suena todo esto, claro. ¿Te gustaría saber qué será de Fali y Rafi? ¿han pasado el culebra y el cabeza a mejor vida? ¿quieres conocer a la persona que se esconde tras estas máscaras? No te preocupes, Alfonso en persona te lo cuenta. Eso es así, compadre…

Entrevista a Alfonso Sánchez
(Actor, guionista y director de la Trilogía Sevillana)

Alfonso, ¿qué piensas cuando vas por la calle y escuchas expresiones como “eso es así, compadre”, “Fali, por favó…” o “qué enterismo”?
La verdad es que es una sensación un poco extraña. Es como cuando escuchabas decir “Mi casa, teléfono”… Raro, parece incluso que no lo has hecho tú, pero al final te hace gracia y te llena de orgullo. Piensas “coño, algo que yo me he inventado llega tanto a la gente que lo repite, y hace la broma con los amigos y lo toma como latiguillo para su propia vida diaria”. Fantástico, una maravilla.

Casi tres millones de reproducciones en Youtube. Se dice pronto.
Es una pasada, no nos los podíamos imaginar cuando abrimos la cuenta para poner los cortos que teníamos hechos desde hacía… cuatro o cinco años. Un sitio para que los viera la gente fuera de los circuitos de cortos, pensábamos. Pero no que se convertiría en todo un fenómeno social y que fuera más allá de las fronteras de Sevilla, Andalucía y casi de España. Hay sitios como Argentina y Chile, donde no solamente españoles que están allí ven lo que hacemos. Tenemos club de fans en Buenos Aires… Es una cosa muy marciana, increíble, una sorpresa brutal.

Nos gustaría que nos contaras un resumen de tu trayectoria profesional hasta hoy, ahora que tu cara es más familiar para los sevillanos que la del alcalde.

[Risas] Bueno, quizás sí. Yo empecé a trabajar como actor en el año 98 haciendo series en Andalucía. Tuve la oportunidad muy pronto, con 19 años, de llegar a Madrid y trabajar en una serie como ‘Aladina’, en la que estuve dos temporadas. La verdad es que era una serie de éxito con la que pude conocer cómo era la televisión, en horario de prime time y en Televisión Española. A partir de ahí, compañías de teatro, fundar la mía propia, cortometrajes independientes, series… He aparecido en muchas de las que han salido en los últimos diez años, con papeles pequeños a los que siempre intentaba darle mi sello. Quizá por eso nadie me reconocía: he procurado cambiar mucho de un personaje a otro. Hay muchos actores que toman eso como opción, no lo critico. Pero yo tengo una manera distinta de trabajar, tiene un poco más que ver con la tradición americana de actores, tipo Al Pacino o de Niro, dicho esto con toda la humildad del  mundo.

Desarrollé mi faceta de productor y director a través de Mundo Ficción, que tiene unos 8 años de vida. Con ella hemos podido hacer todo lo que no nos dejaban trabajando como mercenarios para otra gente: nuestra propias creaciones. Los intervalos los hemos dedicado a escribir guiones y a buscar financiación con más pena que gloria. Y de repente surge la ocasión de darnos a conocer con un producto puramente nuestro. Es una doble satisfacción, un gustazo. Aunque a partir de ahora se abren puertas y volveré a trabajar como mercenario sin ningún problema. Además, a pesar de que he ejercido de director y guionista, soy un actor puro.

¿Cómo se lleva eso de que te señalen con el dedo?
He tenido experiencia con la fama efímera y con la fama… en gordo, porque he trabajado con gente muy, muy famosa. He ido con ellos a tomarme unas cervezas, me he ido de viaje, y siempre dicen “qué coñazo, no te dejan vivir”. Quizá porque el producto es mío, por la manera en que está hecho, por mi físico o por lo que sea, yo no he tenido ese problema. Me agrada mucho que la gente se acerque y reconozca mi trabajo, porque al fin y al cabo el trabajo de los artistas no tiene ningún sentido si no es para la gente. Es un halago y un honor que se te acerque y repita tus frases.

Hombre, hay situaciones… si estás en una cafetería discutiendo con tu chica y en ese momento se acerca una persona y te dice “Tú eres el de…” pues evidentemente te toca… la moral, e incluso puedes contestarle mal. Pero gracias dios no todos los días se está discutiendo con la mujer, ni se te muere la madre. La verdad es que no entiendo mucho a la gente que se queja por la fama, es algo agradable. Hay veces que se desmadra, como es el caso de un fenómeno fan como el de Bisbal, que si va a un instituto lo puede pasar mal… Pero eso son casos extremos, que no es el mío, de momento [Risas].

Volvamos un poco a la ‘Trilogía Sevillana’. De poder elegir, ¿qué preferirías: irte de botellón con el cabeza, tomarte unas cañas con Rafi o comprarte un par de litronas a medias con el Vladi?
Depende de la estación del año [Risas]: en verano me iría de botellón con el cabeza; en primavera, con Rafi y con Fali; y en otoño e invierno con Vladi y Roque a tomarme un litrito.

Hay personas, no sólo sevillanos, que consideran que los cortos son injustos o simplistas porque representan tópicos de la sociedad. ¿Qué les dirías?
A mí las críticas me parecen muy bien, eso en primer lugar. Lo que pasa es que hay que ver por qué se está criticando. Los cortos son una crítica que pretende ser constructiva, y criticar una crítica me parece un poco loco. Yo creo que quien afirma eso debería analizarlos un poco más, porque en ellos no se hace una apología de nada, se muestra a dos personajes que en esa situación hablan de una manera. Al ver una película como ‘Teniente corrupto’, de Abel Ferrara, no piensas que toda la policía de Nueva York es heroinómana, violadora y megaviolenta, pero así es el protagonista, Harvey Keitel. Y dentro de eso tiene un código moral; esa es su dicotomía y su grandeza.

El cine es cine, y los personajes son personajes. A la gente que critica los cortos les diría que se pegaran una vuelta por el Rocío, por Los Remedios o por la Alameda, y que no miraran a la fauna como leones en un safari, sino que se paren y hablen con ellos. Se darán cuenta de que tienen bastante más que ver con la realidad de lo que piensan. Cuando tienes una conversación con un Roque, con un cabeza, o un Fali, entiendes que detrás de la fachada hay un ser humano. ¿Estereotipo? Reto a cualquiera a que se dé un paseo conmigo y le presento a un Rafi, o a un Fali. Los hay en todas las ciudades de España.

Seis cortos (contando los veraniegos de menor duración) bajo una misma fórmula cinematográfica: panorámica de la calle y plano fijo de los dos protagonistas durante muchos minutos. Sin montaje, poco sonido y sin música hasta el final. Todo el peso recae sobre los actores, por lo que se trata de una representación casi teatral, ¿no?
Tiene mucho que ver con el teatro. Podrías decir que casi es teatro filmado. Lo que lo distingue es la panorámica primera, ahí entra el lenguaje cinematográfico. A partir de algo documental, se introduce un elemento meramente cinematográfico como es la voz en off. No sabes qué va a ocurrir y te encuentras a dos personajes dentro de esa fauna. La panorámica le quita teatralidad. Lo que llamas teatral yo lo llamo “real”; no el denominado “Hiperrealismo”, “Realismo” o “Neorrealismo”. Intenta ser lo más de verdad posible, acercarse a la conversación que podrían tener dos personas de forma natural. Esto se ha metido como lenguaje cinematográfico hace muchos años, y lo han desarrollado directores como John Cassavetes o John Jarsmuch. Que no haya trampa ni cartón.



Lo bueno que tiene el teatro es que carece del artificio del cine; eso es lo que queríamos rescatar, esa verdad. Que se diga: “Dios mío, ¿esos tíos son o no son así de verdad?”. A mí me encanta cuando la gente nos pregunta. Quieren catalogar, el ser humano necesita hacerlo para sentirse seguro. Nosotros somos actores, mañana puedo estar haciendo de asesino psicópata pederasta enamorado de su madre, y pasado mañana de monja transexual…

¿Por qué nos empeñamos en creer que los actores son como los personajes que interpretan?
Suele pasar cuando se consigue llegar realmente al espectador con un personaje, el público lo hace suyo. Casi no lo puedes ver de otra manera; es como tener la imagen maravillosa de tus padres y un día te los encuentras follando. Te dices “¡No, dios mío, no!”. Ahí entra la responsabilidad de los artistas, normalmente cuando hacemos un buen trabajo solemos quedarnos ahí. Hay que jugar con el público a volverlo loco. Cuando hicimos ‘Esto ya no es lo que era’ la gente pedía más de lo mismo, pero cambiamos el registro. Ocurrió lo mismo con Rafi y con Fali, y volvimos a cambiar. Quizá vuelvan… De hecho os puedo dar una pequeña primicia: Hemos empezado a trabajar en ‘Ratones Coloraos’ con Jesús Quintero en una sección que se llama ‘Esperando al Quintero’. Hemos grabado el primer capítulo, que se estrena el próximo lunes, con Rafi y Fali hablando de una entrevista que nunca llega.

¿Y qué pasará con el culebra y el cabeza?
Volverán en forma de largometraje [‘El día de mañana’] que estamos preparando y será con otro lenguaje. No va a ser un plano secuencia, habrá otros personajes, comedia, acción… Pero cambiará el molde, el concepto. Es importante que el público sepa que hay mucho más detrás de los artistas que una sola obra, pero supongo que lo que hace a la gente pedir más de esos personajes es la familiaridad, el cariño.

Y para terminar, querríamos saber si Alberto [López] y tú habéis tenido algún referente, alguna pareja de cómicos en los que fijaros para establecer la complicidad entre los personajes.
Pues… Jules Winnfield y Vincent Vega [personajes de ‘Pulp Fiction’]. Ése era el lugar donde nos hubiera gustado llegar, y creo que nos hemos acercado.

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