Crónica del concierto de Vetusta Morla en la Sala Q
Por 4 abril 2009
Crónica: Julia Córdoba/ revistawego@gmail.com
Fotos: J.M. Campos y Julia Córdoba
Escucha aquí Copenhague, de Vetusta Morla
La reencarnación de la tortuga de La Historia Interminable conquistó ayer los oídos de la masa en la Sala Q de Sevilla. Vetusta Morla, esa joven banda popera, poética en sus letras y explosiva en sonidos ha generado una multitud de incondicionales y eso anoche se notó.
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Ya habían roto el hielo Pájaro Sunrise. Chico (voz y guitarra) y chica (coros y xilófono), ambos con una bella voz. Ofrecieron una muestra de temas preciosistas con letra en inglés, con los que presentaron su último disco Done/Undone.
Después de esto el público, ansioso, tuvo que aguardar un buen rato hasta que los Vetusta Morla subieron al escenario. A eso de las 22,45h todos silbaban y palmeaban en protesta por el retraso de la salida de su grupo. Por fin, minutos más tarde hicieron su aparición.
Llegaron con Autocrítica, primer corte de su disco Un día en el Mundo, publicado en 2008.
Escucha aquí Autocrítica, de Vetusta Morla
Derrochaban fuerza y ganas de ofrecer un buen concierto. La camiseta del vocalista Pucho, desprendía optimismo con una frase: «Todo saldrá bien». En Autocrítica, la puta se vistió de rey y ahora el rey se viste de Sol. Encantaron con Rey Sol, que habla de alguien perdido y destaca la importancia de la kinésica: «las palabras que no existen nos pueden salvar». Tras este tema Pucho, que es un poco ídolo de fans, se dirigió al auditorio y pidió un aplauso para Sevilla, ciudad que ya visitaron el pasado octubre.
Entonces Un día en el mundo, que da nombre al disco, comenzó a sonar. Sorprendente aquel videoclip grabado por la calle en un solo plano secuencia que terminaba en una mesa para presentar a los medios y al mundo su LP.
Copenhague, seleccionada por los oyentes de Radio 3 como la tercera mejor canción del Indie español de todos los tiempos, continuaba el recital. Pucho tuvo algún problema con el sonido de su micro, que los técnicos solucionaron rápidamente después de que hiciera unas señales con su voz. Casi al final, se apoderó de la sonaja y pudo verse a cada músico disfrutar y sentir a solas en un potente corte instrumental.
Le siguió Pequeño desastre animal, acompañada de un espectacular parpadeo de luces. Desde luego no podía negarse la sangre andaluza de los asistentes que se dejaron caer con unas palmas muy aflamencadas a las que el grupo no pudo resistirse.
Una de las características que mejor definen la puesta en escena de Pucho es su divertido rasgueo de guitarra sin guitarra, cosa que hace continuamente como forma, se intuye, de canalizar su energía en directo.
En La Marea, por ejemplo, se atrevió también con la batería, sin batería, claro. A mitad del tema subió una marea de ritmo, caos y sintetizador. El vocalista entró en una especie de trance musical emitiendo unos quejíos muy viscerales. Ya no cabía más música, ‘la marea’ lo había inundado todo. De repente, la tranquilidad se encargó de concluir el tema y hacer una pausa en este abrupto camino con Al respirar, sonidos muy pausados, muy de desamor: «Te he dejado en el sillón, las pinturas y una historia en blanco…», así comienza.
Es de destacar la variedad de elementos que adornan la percusión de Jorge González, que además de hacer las veces de batería supletoria, no para de sorprender con diferentes sonajeros de todo tipo durante el concierto. En La cuadratura del círculo se erigió protagonista al sacar un barril metálico y hacer ritmos con palos al estilo brasileño, consiguiendo un efecto muy cañero al que ayudó el batería David García «el indio», quien también aprovechó para lucirse.
Vetusta Morla incluyeron también algo de su EP Mira – que podéis descargar gratuitamente de la web del grupo – , editado en 2005, cuando muy pocos los conocían. La gravedad y más tarde Iglús sin primavera fueron dos profundas y muy poéticas representantes.
De vivos y muertos habla de manera metafórica Año nuevo, tema con el que continuaban, cargado de sentido para exprimir entre líneas. Eriza el vello, la vida y la consciencia están muy presentes en él.
El ritmo in crescendo de Sálvese quien pueda, preparó el adiós a cargo de Sharabbey Road, explosión final con sabor a dulce despedida. Recomendación: «Pon en tu tumba que no es el final». En un momento el auditorio se había convertido en un auténtico festival de gente botando con los brazos en alto y cantando «laralalala…», incluso después de concluida la canción. El público la había hecho suya, con un bucle interminable de voces masculinas («lorolololo») y voces femeninas («laralalala»).
Vestusta Morla, no pudieron evitarlo, tuvieron que volver y tocar un tema extra para tenerlos contentos, aunque les fue difícil superar lo anterior.
El concierto de ayer fue el perfecto ejemplo de mimetismo en lo que a un concierto se refiere, pues Vetusta Morla y el público, el público y Vetusta Morla en todo momento fueron uno. No defraudaron en absoluto.
Mira ‘La cuadratura del círculo’ en la Sala Q de Sevilla
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