Con R de Rap, con V de Violadores del Verso

Por J.M. Campos

Crónica de Territorios 08 (viernes)

Crónica: José María Campos Fotografías: Javier Ágreda / José María Campos

El penúltimo día de los conciertos de Territorios 2008 tuvo un protagonista claro sobre los demás: el rap. En segundo plano quedaron las actuaciones en los escenarios de Cruzcampo y el CAAC. En éste último, el más pequeño de los tres, los asistentes se dejaron llevar por las atmósferas dubstep, primero de Mala, de Digital Mystikz, y más tarde de Kode9 & The space ape. De lo más sugerente en el primero de los espacios, los videos y ritmos funk de Cut Chemist, colaborador habitual de DJ Shadow; y Alexander Kowalski, animando el cotarro en la pista de baile para los amantes del techno made in Alemania. Aquello ocurría a eso de las tres y media de la mañana, pero en aquel momento la atención del grueso del público se enfocaba sobre Violadores del Verso, que reventaba con alevosía el escenario principal.

El encargado de abrir la función (retransmitida por Frank T para Radio3) fue Shotta, que jugaba en casa ante la mirada atenta de su hermano Tote. Con la mitad de estatura y talento que éste, Shotta se fue desinflando como un globo a menudo que avanzaba su actuación, ataviado con el disfraz ya trillado de MC engreído y vacilón. La puntilla al concierto la puso la ausencia de Zatu, de SFDK, que no subió para acompañarle en la divertida canción de desacertado título (Ternera podrida) en la que se insultan mutuamente.

La cosa aumentó de nivel con Juaninacka, que sí contó con dos colaboraciones de Zatu y que inició su repertorio tras la coreografía de unos break dancers. Consagrado entre los aficionados como uno de los mejores letristas de la escena nacional, ya va siendo hora de valorar como se merece al de Coria. A pesar de no venir acompañado esta vez de una banda, Juan paseó confiado su estilo calmo con las bases que Makei le servía. Su fuerza decayó un poco al presentar algunos de los temas que vertebran su próximo trabajo, simplemente porque la gente aún lo desconoce, pero supo remontar el vuelo con piezas de Versión EP y Caleidoscopio.

Guru Jazzmatazz aterrizó en Sevilla con la aureola de estrella internacional, y la verdad es que no decepcionó. Su característico sonido jazz se fue acelerando hasta llegar a poner a la gente a saltar al final del concierto. Chapurreando un poco el español, Guru proclamó su amor a esta ciudad en reiteradas ocasiones. Su reputación, no obstante, no le valió para encabezar el cartel de la noche.


Y no le valía porque la pasada madrugada se daban cita los miembros de la que desde hace unos años es la banda más completa y compacta del panorama hip-hop en este país: Violadores del Verso.

Su trayectoria marca una evolución tras la que han ampliado su mensaje y sobretodo su. abanico de recursos musicales, como ejemplificaron en Territorios. Ya no sólo se atreven a rimar sobre ritmos funk, jazz y rock, sino que ahora también coquetean con el reagge (No somos ciegos y Cantando) y ahondan en su vertiente más hardcore y siniestra (Zombis). De la apologia del alcohol, la grasa y la desesperanza de Hate, al método casi matemático de Lírico y sus párrafos largos, pasando por la maestría de RdeRumba en la dirección de la orquesta, el grupo se asienta sobre una estructura sólida y fiable. Sin olvidar, obviamente, el virtuosismo y carisma de Kase-O, cuyo repertorio de recursos estilísticos le convierten, sin ninguna duda, en el rimador que más partido saca sobre una instrumental al lenguaje de Cervantes. Él y el resto

Rodeados de una escenografía espectacular, Rumba calentaba motores mientras los MCs se concentraban en el backstage bajo la presión de quien defiende el cinturón de campeón. Violadores pasó de especulaciones y sacó la artillería desde el principio, con Filosofía y letras y Haciendo lo nuestro. Después Lírico, Hate y Kase-O se lucieron individualmente con singles como Asómate, A las cosas por su nombre y Pura droga sin cortar, respectivamente. Entretanto, Rumba enseñaba cómo se arañan los platos para provocar la admiración del respetable.

Se arrancaron un par de capelas, proclamaron el respeto como bandera del rap y dividieron al público para entonar aquello de «De lo que ves, créete la mitad; de lo que no ves no te creas nada». Lo mejor: los cantantes pasándose el turno de uno a otro en Ocho líneas, el superclásico Ballantines y Máximo exponente, la guinda a una actuación redonda.

El hip-hop español se ha liberado del lastre de ser un género marginal y aislado para convertirse en una música de amplio espectro y con grandes posibilidades de crecimiento e innovación. Sevilla, por su parte, se asienta como referente nacional en cuanto a grupos y aficionados. La pasada noche es una buena muestra de ello. El rap, como reivindicó Lírico, ni está muerto ni es una moda.