Mar García: «Siempre tengo que demostrar lo que valgo siete veces más que un hombre»
Por 30 marzo 2017
De cómo «una» entrevista se convierte en «la» entrevista sin pasar – siquiera – por El Vizcaíno. Algo complejo pero real. Así es Mar García. Licenciada en Bellas Artes entre Sevilla y Barcelona, decide continuar con sus estudios y se lanza al Postgrado de Dirección de Arte y Diseño de Producción de Cine (de la ESCAC) para, después, seguir en el camino con un Máster en Creatividad Publicitaria. Y todo lo consigue. Pero esta profesional también es Técnico superior en Diseño Gráfico, tiene estudios de Grafismo y Postproducción, conoce el Diseño de Videojuegos y maneja la Fotografía y Escenografía mejor que bien. También es mujer. Lo suyo no es perder el tiempo. Porque Mar, a su vez, tiene el Grado Medio de Ballet Clásico (obtenido en el Conservatorio de Sevilla) y cuenta con dos años de solfeo, además de poseer habilidades vocales e interpretativas adquiridas a lo largo de los años. Formación y más formación que – en su caso – se traduce en experiencia pasada y actual. Por la primera de ellas comenzamos en cuanto me abre las puertas de su casa.

Me recibe en Sevilla, en su salón, y me invita a café negro. Hablamos de Arte, universo harto complejo que, por lo general, resulta también espinoso si se pretende vivir de sus profesiones. No obstante, el artista lo sabe desde siempre y el que lo es de verdad, lo es para siempre. A la temprana edad de cinco años, Mar ya habla de que quiere estudiar Bellas Artes – recuerda -, y lo hace movida por el inevitable instinto vocacional. La versatilidad que vendría después sería buena prueba de que no se equivocó de profesión. <<De pequeña, no sabía qué era la Dirección de Arte. Pero me preguntaban y con tan solo cinco años, decía que quería estudiar Bellas Artes: “Quiero ser pintora, quiero ser actriz». Dice mi madre que me subía a la estantería para tirar las enciclopedias de arte al suelo y luego las analizaba. No tenía interés hacia la televisión, por ejemplo, me interesaban al parecer otras cosas. Recuerdo que no paré hasta que conseguí que mi madre me apuntara a ballet clásico. Las inquietudes artísticas las tengo desde niña. Lo que más he hecho en mi vida es dibujar, por ejemplo. Bailaba, actuaba y cantaba por las esquinas, también escribía poesía (y lo sigo haciendo, con la idea de publicar en algún momento de mi vida), cuentos, ensayos, y en los últimos años he escrito algunos guiones y me preparo para rodar mi segundo cortometraje como guionista y directora >>.
Arte y Familia. Dos palabras que de ir unidas, alimentan un éxito infalible. Esa familia que – durante nuestras primeras vivencias – influye de un modo u otro en las costumbres más inmediatas. La familia nos forma en la intimidad, nos propone y nos educa, y sus resultados aparecen – sobre todo – pasados los días. Pero el caso de su entorno es especial. Mar me recuerda a la típica chica de padres que dedican su vida al Arte – tal y como ella hace con la suya-, pero resulta no ser del todo así, me cuenta. << Sí y no. Mis padres no son artistas en ese sentido. Mi madre es profesora, mi padre arquitecto. Pero mi madre es una artista pintora nata, todas las semanas pinta un cuadro, es una mujer sensible. Su carrera frustrada es Bellas Artes, y mi padre tiene sensibilidad por la música, y al ser arquitecto también por otras cosas. En mi casa hay respeto hacia el Arte y la Cultura. Pero yo soy un poco la oveja negra. Todos tienen trabajos y vidas «normales». Sin embargo, yo, desde bien pequeña, no he encontrado otra manera de expresarme. Creo que no tengo otra manera de entender la vida si no es a través del Arte. No hay nada dentro de la disciplina artística que no haya – al menos – tocado. Lo único que no hago de una manera que yo me sienta orgullosa es tocar un instrumento, no porque no se me de bien, sino porque no le dedico tiempo >>.

La Internet aparece siempre, también aquí. Si no apareces en redes sociales, desapareces. Luego está el hecho de cómo sí y cómo no te desenvuelves en ellas. Qué publicas y qué no se convierte en una máquina de filtrar caracteres. Por suerte, somos diferentes y no todos atajamos con lo puesto. Me llama especialmente la atención la actitud que Mar adopta ya no sólo ante la vida, también ante las comunidades virtuales. Incluso la capacidad que tiene mi anfitriona de aunar capacidades en una sola es digna de atención. Grita siempre, grita alto, y lo hace sin miedo (por muy tópico que suene hoy día), dice lo que piensa y siembra para beber de un futuro mejor. Una mujer comprometida con el Planeta Tierra, con los animales, con las mujeres, con la situación de los refugiados, con el ser humano en su sentido más vivo. << Hay mucha gente que realmente utiliza las redes sociales como un escaparate de sí mismo, o muestra su mejor sonrisa. Y es normal. Somos humanos y queremos que nos vean de la mejor manera, en absoluto lo estoy criticando. De hecho, sobre todo mi perfil de Instagram a veces va en esa línea, pero porque es como lo llamé durante un tiempo “mi desahogo textovisual”, es un lugar donde gritar lo que tengo ardiendo dentro, sea bueno, neutro o malo, pero con honestidad y según me salga. Es mi diván, sólo que a mi manera. A la vez un sitio donde actualizar mis pasos, o algunos, porque tampoco soy aunque no lo creas de las que lo cuelga todo ni mucho menos.

Sin embargo, el tema de las redes sociales (Facebook) en mi caso no lo asimilo como una simple fachada, ni como la construcción de una imagen, de hecho creo que juega en mi detrimento. Es mucho más inteligente – a nivel egoísta – ser prudente y mostrarte más paralelo, pero yo no puedo evitarlo. Creo que tenemos que ser menos egoístas porque hay que proclamar la importancia de lo moral. Debemos ser responsables de que todo vaya bien. La indolencia es un cáncer. Para mí todas las religiones son válidas, en un sentido de respeto y tolerancia, pero no creo en ninguna. En lo que sí creo es en la bondad y en que se pueden hacer mejor las cosas >>.

Hablar de lo que vive – y sufre – la mujer dentro del mundo de lo audiovisual, o del Arte en general, siempre es y será – por el momento – de trato obligatorio. Así que en ella freno. En Mar como la mujer profesional que es y en Mar como mujer que observa, reflexiona, defiende y denuncia. Sabemos que la vida cambia, pero lo hace poco a poco. Mi interlocutora confiesa que de esto quiere hablar. << Es un tema que llevo por bandera porque me preocupa. No solo por ser mujer, sino porque en general siempre intento prestarle atención a la minoría (no porque nosotras seamos minoría, sino porque tenemos menos derechos sociales históricamente hablando). En general, lo veo jodido. La mujer está más sometida que el hombre indudablemente. Depende de la mujer y de la persona, se adapta mejor o peor al ambiente; siente más o menos esas diferencias con respecto a la situación del hombre, porque depende también de las inquietudes personales. Yo me considero una persona con mucha conciencia, entonces las noto mucho. Como soy guerrera por naturaleza y una inconformista en búsqueda de la justicia y de la paz de una forma innata, pues lo llevo mucho más sufrido por dentro. En mis propias carnes también lo vivo. Considero que hay muchos prejuicios. La primera impresión que yo puedo generar cuando tú no me conoces de absolutamente nada, sólo con mi físico y sin que escuches nada de lo que digo, es por lo general una imagen que difiere mucho de lo que yo soy. El hecho de ser mujer me genera muchos problemas. Desde ser deseada de más, ser ninguneada, y hasta ser odiada sin por qué. Sin haber sido juzgada o tratada por mis valores personales reales. Siempre tengo que demostrar lo que valgo siete veces más que un hombre, y además demostrar que no me como a nadie, y que no estoy dispuesta a que me coman >>.

El tema merece más tiempo. Quiero darle más voz. Mar en primera persona habla de su experiencia como mujer dentro de un mundo lleno de hombres, tal y como está la vida. << El hecho de no tener un trabajo estático, de estar sujeta a diferentes proyectos, me lleva a tener que enfrentarme a este tipo de situaciones unas pocas de veces al año. Y si yo un día quiero mejorar mi aspecto y me pongo un pongo más guapita, ya tengo el conflicto regalado para el día entero. Ese duelo de si tengo que ir guapita o no. Ese conflicto no lo tiene un hombre nunca, jamás. Si vas demasiado guapa, mal. Si vas demasiado descuidada, mal. Eres dulce, mal. Estás cabreada, mal. Tienes carácter, mal. Eres comprensiva, mal. Eres mujer, joven y muy capaz, mmm … dudas. A los hombres se les deja ser como son.
Lucho contra los tabúes, me enfrento a esas inseguridades y las sufro porque intento poner en práctica todo aquello en lo que creo. Pero me supone muchos problemas, yo sí lo padezco y yo sí veo qué pasa a mi alrededor, aunque me desenvuelva por la vida sonriendo. La mujer dentro del mundo audiovisual tiene que demostrar mucho sus capacidades, que hasta ahora se habían considerados masculinas, y tiene que potenciar su masculinidad. Que te tomen en serio es más difícil si eres considerablemente femenina, pero una cosa es la feminidad y otra la «feminidad machista». Se puede ser femenina y feminista, por supuesto. Y mira que los hombres con los que yo curro no son machistas en su mayoría, sin embargo la sociedad lo es, todos tenemos roles machistas, inclusive yo. Todos esos roles tienen que morir poco a poco.
Intento ser parte activa de esa ruptura de estereotipos. Ser polifacética tampoco es fácil, parece que por salir en un photocool ya no soy tan buena directora de arte. O que por servir al arte en un semidesnudo pierdo mis capacidades intelectuales o morales, ¿me explico?
A veces es muy jodido ser mujer. Muchas mujeres consiguen las cosas a base de parecer hombres, de imitar los roles que ya de por sí le vienen pequeños a ellos, o de simplemente cumplir a la perfección el rol femenino que le impuso el machismo. Yo he vivido una gran época de mi vida en la que he intentado estar escondida, de hecho dejé la interpretación y muchas otras cosas, me descuidé más, intentaba de una manera consciente ser más «masculina» o más «normalita» porque me generaba menos problemas sociales y me sentía más cómoda, así, escondidita. Digamos que imitar el rol masculino o esconderte detrás de un hombre te hace todo más fácil. Hasta que ya dije que no, que soy una mujer, y soy una mujer que puedo, y que tengo cosas que contar. Si eres mujer joven y mona, ¿no puedes estar capacitada? Sí se puede. ¿Que eres mujer y tu visión es “minoritaria” o “moñas”? No señores, no, somos más de la mitad de la población mundial, y también es necesaria nuestra visión sobre hombres y mujeres para crecer como sociedad. Tenemos mucho que aportar. Y también tenemos muchas maneras de expresarnos, no a todas nos gusta el rosa. Hablando metafóricamente, fue el machismo el que nos impregnó obligadamente de ese color. Pero sea de rosa, verde, amarillo o negro, debemos estar presentes. Existen otras vías, no siempre el hombre blanco heterosexual es el foco de la mirada neutra del mundo >>. Verdades como una casa que llenan de esperanza y sabiduría el espacio que nos separa.

Una mujer con carácter, decidida, luchadora, colmada de logros, habilidosa, resistente, crítica, defensora de la mujer en general y de ella misma en particular; una mujer que encuentra en los cactus el símil con su propio ser, me dice, y no sólo – pienso – será por el verde de sus ojos. << Me gustan desde niña. Desde que descubrí que los cactus no solo son los típicos, sino que además guardan otras muchas formas, me alucinan. Además, la metáfora de una planta que sobrevive a todo, la poesía de donde vienen, del desierto (un sitio de reflexión donde te encuentras a ti mismo), pero que también sobreviven al frío. Tengo mucha sensibilidad por los cactus. Cuando pasé una temporada en México, esto se acrecentó. Fue un país que me adoptó emocionalmente. Hay una parte de mí que se siente mexicana. Allí descubrí todas las capacidades que tienen los cactus, representan muy bien la metáfora de cómo yo afronto mi vida. Una parte de resistencia, de búsqueda de la belleza, representan cómo el universo hace física de las reglas del crecimiento de la naturaleza (la ciencia y el arte están mágicamente unidos). Los cactus me parecen ingeniería pura, son mágicos. Se pueden reutilizar como biocombustible (la salvación del planeta habitable), son la otra vía de hacer las cosas. Son plantas que no necesitan mucho y, sin embargo, ofrecen mucho al planeta. Son verdes, color que me representa en un sentido pleno. Tengo ya una edad considerable como para no tener un color favorito, pero el verde en un sentido también metafórico me apasiona porque habla de esperanza, naturaleza, ecología, humanidad, y por qué no decirlo, jeje, al simbólico y fraternal “Betis de mi padre” y a mi identidad andaluza basada en su historia y su presente, que me ayuda a entender de dónde vengo y algunos rasgos de mí. Es para mí el color de la pasión, pero de la pasión más pura y limpia que la que abandera el rojo >>.

Verde como el Mar. Ligera como el agua. Mar. Mar Ejada es como se hace llamar Mar García en las redes sociales. Pero ambas son la misma. Decido averiguar hasta qué punto esta mujer polifacética tiene conexión con el mar y por qué Mar Ejada convive tan a gusto con Mar García. << Sí guardo relación con el mar y no solo por mi nombre. Me llamo así porque mi madre embarazada estuvo todo el verano bañándose en El Puerto de Santa María hasta el día antes de yo nacer que se vino a Sevilla para que yo naciera (4 de septiembre). Mi madre dice que el mar ha sido mi cuna. Me he criado durante media infancia y tengo media vida hecha en la provincia de Cádiz en general. Suelo buscar estar cerca del mar, incluso cuando viví en Barcelona lo hice delante del mar durante un tiempo. Soy como un «pescaíto». He acogido todo esto de forma metafórica hacia mi forma de vivir y de sentir, incluso de reflexionar. El mar te facilita muchas cosas y te regala muchas otras. También está la metáfora en mi carácter, no soy una persona plana, soy compleja, dispongo de un abecedario completo si miro en mi interior, como el mar tengo muchos estados. Mar me parece muy simbólico con respecto a mi carácter. Mar me viene al pelo >>.

A caballo entre Cádiz y el mundo, Sevilla también triunfa en su mapa vital. Una ciudad que le da lo que otras no, donde Mar vive – y ha vivido – grandes momentos personales y profesionales. Vibra con Sevilla, pero la industria de la ciudad le obliga a emigrar para buscarse las «papas». El panorama actual que maneja La Hispalense merece la opinión de una profesional que reconoce en su ambiente un contraste de actitudes, vivencias y relaciones. Sevilla es tradición y underground, afirma. <<Sevilla tiene un foco de cultura y de arte histórica impresionante (aquí hay más arte que en kilómetros y kilómetros de países juntos), tiene un despertar muy interesante y una parte underground muy valiosa. Incluso he aprendido a respetar esa parte más tradicional, que también está muy bien que exista, porque después te piras a lugares donde la tradición no existe y la verdad es que está todo desalmado. Me gusta que Sevilla tenga alma y tenga verdad, pero también guarda el underground, que es tan cierto como la tradición. Ambos se refuerzan mutuamente. Es muy interesante. Me gusta beber de las dos Sevillas. Igual que me gusta una escultura clásica (y creo que aprendo de ella), también disfruto con el otro punto de «rompamos barrera y lleguemos a algo más conceptual y moderno».

Sevilla tiene un despertar curioso, pero limitado, la proporción de gente abierta hacia cosas nuevas es menor. Eso pasa en general en todos lados. Aquí se recalca mucho porque la parte que no es tan abierta es estrictamente tradicional, es todo más radical, existe un contraste muy pronunciado. El flamenco no hubiera existido si no hubiera habido underground en Sevilla. Es una ciudad limitada en cierto modo (aunque en otro siglo no lo estuvo y fue una ciudad abierta), pero el foco de contemporaneidad que tiene y de underground es muy real y eso también se agradece. Su underground no está tan impostado como en otros sitios. Me pasa con Barcelona, he vivido cuatros años allí, me encanta la ciudad, pero a veces siento que Barcelona es una especie de escaparate de sí misma, la «modernura» que tiene es un reflejo de lo que fue y es más una moda que una realidad. En Sevilla, lo que hay de underground es real >>.
No podemos terminar sin que hablemos de Juego de Tronos. Su trabajo dentro de la serie estadounidense se convierte en celebración desde que llega la noticia y Mar nos hace partícipe a través de sus redes sociales. <<Al principio estaba muy nerviosa. Tampoco es que haya entrado con un rol muy importante. Entré por currículum y tal, pero digamos que mi currículum está muy por encima del rol que me asignaron en Juego de Tronos. Lo que sí es cierto es que, una vez dentro, tuve que asumir ciertas responsabilidades más allá de las que – en teoría – se me exigían. Por suerte o por desgracia, la situación lo requería así. He jugado en mi favor a la hora de aprender y de abrir más redes, así como de estar en contacto con más departamentos. En definitiva, de extender mis obligaciones dentro del rol que tenía. Lo he disfrutado mucho. Cuando recibí la noticia me puse muy nerviosa. Sobre todo, valoré la experiencia de ver desde dentro algo que está tan bien hecho. Yo acostumbrada a otro tipo de proyectos, entiéndeme. La experiencia, ser testigo de esa gran producción, ha sido muy gratificante >>.