«El hombre que no tiene precio no vale nada».

Por Elena Viña Quintero

Fotografía de Luis Castilla
Fotografía de Luis Castilla

La frase con la que titulo este texto se oyó en medio de la desolación y la tensión causada por Arturo Ui en el escenario del Teatro Central de Sevilla. El CAT (Centro Andaluz de Teatro), en su regreso, ha apostado por llevar a escena la obra de Bertolt Brecht titulada “La evitable ascensión de Arturo Ui”.

La versión de esta obra ha sido realizada por José Manuel Mora y la dirección ha corrido a cargo de Carlos Álvarez-Ossorio. En esta ocasión se ha trasladado la acción al tiempo actual y a un contexto más amplio, pues el texto original de B. Brecht sitúa la acción en las mafias presentes en Chicago en los años treinta. El reparto está encabezado por Juanfra Juárez (Arturo Ui), con Gregor Acuña, Antonio Garrido, María Alfonsa Rosso, Víctor Vidal, José Chaves, Paqui Montoya, Paco Inestrosa, Daniel Ortiz, Laura Barba, Verónica Moreno, Virginia Nötling, Paco Luna y Esosa Omo.

Bertolt Brecht concibió Arturo Ui como metáfora del ascenso de Hitler al poder. Plantea cómo condicionan la colectividad y las acciones individuales al ascenso de los totalitarismos. Es indiscutible la vigencia de “La evitable ascensión de Arturo Ui”, pues en ella se plantean los temas de la crisis económica, la corrupción, la manipulación de las masas, la violencia… Ciertamente la correspondencia es tan gran que no tenemos más que acceder a los medios de comunicación de nuestro día a día para encontrar correspondencias. A través de la trama el autor nos va desgranando cuáles fueron los puntos favorables (o las grietas sociales) que propiciaron el ascenso de Hitler.

La dramaturgia de Brecht se caracteriza por el uso de la técnica del distanciamiento (o extrañamiento) para hacer reflexionar al público, sacándolo de la pasividad y alejándolo de la identificación emocional. También encontramos que Brecht no seguía la constitución normal de los dramas, ya que presenta cuadros fragmentados (fragmentándose así la acción), cuadros narrados, mezcla de distintos tipos de discursos como el coloquial o el retórico, nos deja claro que estamos presenciando una representación al dejar a la vista la tramoya y con una puesta en escena antirrealista, además de establecer una fuerte separación entre los espectadores y el escenario.

Estos y otros recursos alejados del teatro realista tradicional fueron los que desarrolló Brecht en lo que se llamó el teatro épico. Pero, a pesar de las particularidades del texto original, para mí la nueva versión no consigue captar la esencia de los recursos épicos de Brecht: ciertos puntos cómicos caían en la parodia, el uso de lo audiovisual resulta en ocasiones caótico aunque en otros momentos cumple bien su cometido de unión de discursos y la relación escenario-espectadores.

No cabe duda de que esta obra es difícil de representar por la propia dramaturgia de B. Brecht. Aunque el enfoque de la obra no está mal realizado y determinados aspectos brechtianos se cumplen, creo que esta representación necesita aún algo de tiempo para asentarse y encontrar su ritmo y su tono.