‘El intérprete’: Asier Etxeandia, animal escénico.
Por 13 diciembre 2014
Voy a empezar este texto diciendo algo contundente y es que… El intérprete de Asier Etxeandia es ese espectáculo que todo el mundo debería ver, al menos, una vez en su vida. He podido disfrutar de este hombre que se transforma en lobo en el escenario y creo que va a tener que pasar mucho tiempo para que volvamos a ver algo similar.
Acompañado en el escenario por Tao Gutiérrez a la percusión, Guillermo González al piano y Enrico Barbaro al contrabajo, Asier Etxeandia se desnuda ante nosotros y nos ofrece un espectáculo autobiográfico con el que consigue liberar a su animal interior y tener al público en el bolsillo desde el principio hasta el final. Sin ornamentos, porque él solo llena el teatro, el escenario se presenta casi vacío: una mesa, una silla, una lámpara. Eso sí, la atmósfera se llena de teatro, música, pasión, fuerza e imaginación.
Se abre el telón y comienza la magia. Asier Etxeandia nos sitúa en una noche de 1984, esa noche tiene nueve años. Está solo en su habitación y nos mira, nos cuenta sus sufrimientos, sus sueños, sus miedos, su éxtasis, nos seduce, nos canta con toda la pasión que puede… a nosotros, sus amigos invisibles.
Un espectáculo a corazón abierto es el que nos ofrece. Hace de nosotros lo que quiere, nos hace cantar, bailar, reír, aplaudir sin parar y nos emociona. Quien lo ha visto en un escenario sabe que es el lugar en el que la bestia que lleva dentro se siente más cómoda, es el intérprete todoterreno que se come el teatro y en las más de dos horas que dura la función no permite que baje la adrenalina.
Hace un recorrido musical y emocional por canciones que nos han acompañado a lo largo de nuestras vidas: El Cantante de Héctor Lavoe, Puro Teatro, Volver de Gardel, Luz de luna la cual dedica a su madre y nos pone los vellos de punta. Un niño dolido con su entorno que lo margina y le pega canta Mañana del musical Annie. Talking Heads también se deja oír y sale de su garganta un electrizante Psychokiller, pero es que hay más, como Camilo Sesto, Isabel Pantoja o Walk on the wild side de Lou Reed. Si su madre tuvo su canción, a su padre le dedica con el alma desgarrada I’ll never fall in love again de Tom Jones.
Este intérprete no se olvida de Madonna con su Like a virgin, Janis Joplin con Me and Bobby McGee, Rock and roll suicide de David Bowie o los Rolling Stones con Sympathy for the devil. El público, ya entregado, sigue dándose al actor cantando y bailando con él ¿Por qué a mí me cuesta tanto? de Fangoria y Tú te me dejas querer.
Entre canción y canción nos dejaba retazos de su vida, de su mundo. Con gran humor transita por pecados, habla de sexo, sociedad, religión y política. El niño que soñaba es ahora el intérprete que lo ha logrado. La habitación desde la que nos cantaba ahora es un teatro repleto de gente, de amigos invisibles a los que ya ve. A veces dulce, a veces fiera… Asier Etxeandia es magnético y nos grita: “Defiende tu sombrero por muy ridículo que parezca”.
Es corazón, es fuerza, la magia comienza, se maquilla sus ojos de mirada felina y te entregas a él para siempre. Lo que ocurre fuera del teatro puede esperar.