Cuando el lamento es fresco como una pera

Por Julia Cordoba


Crónica: Julia Córdoba / Fotos: Óscar Romero (www.oscaromi.com)

La apertura no pudo recaer en mejores manos que en las de Timber Timbre, quienes acompañarían más tarde al anfitrión de la noche. La banda canadiense teloneó espléndida al joven de Memphis a través de sonidos oníricos, a veces claustrofóbicos, enfáticos cambios de registro y una pulcra interpretación. La voz country a lo lo-fi y unas distorsiones melódicas en lo instrumental ornamentaron con mucho gusto su propuesta. Dulce media hora.

Eran ya las once y seis por mi reloj, cuando le tendieron la alfombra instrumental a Micah P. Hinson con la introducción de The cross that stole this heart away. Entonces, directo desde el camerino y con tos seca, el chico de Tenesee irrumpió bruscamente en la sala, camino al escenario. Bajo un look casual y divertido, pero estudiado y a la moda -compuesto por camiseta de rayas, contundentes gafas de pasta blanca, tirantes y un largo pañuelo prendido de un bolsillo trasero del pantalón-, se presenta un tipo de talante serio, armado de ironía. Un joven misterioso, de belleza escondida, que acapara al primer segundo la expectación de toda una sala Malandar atestada de público: se habían vendido todas las entradas. Micah P. Hinson, de rostro inexpresivo pero con una voz tan profunda como un océano. Comenzaba la hipnosis.

Aunque el concierto se anunciaba como la presentación del nuevo disco The Lonesome (Full Time Hobby, 2012) formado por losdescartes y rarezas de este crooner moderno, lo cierto es que gran parte de los temas nos eran conocidos y amados. Micah P. Hinson y Timber Timbre, rebautizados como The Junior Art Collective fueron uno. Se favorecieron mutuamente en un perfecto maridaje, mejor que el de Tachenko. La preciosa Take off that dress for me, conocida también como Sweetness, ocupó el segundo lugar en el setlist. Nos tenía en el bolsillo.

Nos entregamos -todos, todas- a aquel lamento, narrador de historias de amor y dramas personales enfatizados por un violín. Enriqueció con extremas crudeza y sensibilidad temas tan emocionantes como lo es Beneath the rose. Sonreímos cada vez que entre tema y tema divagaba en monólogos seriados, mientras bebía zumo de naranja y devoraba peras procedentes de su bolsa bandolera. Cayeron también otros de sus conmovedores clásicos como Seven horses seen y 2s and 3s.

P. Hinson parecía estar entusiasmado con la sala y la actitud del público. Lo agradeció con el bis, ya solos en escena él y su guitarra. Incluso podría haber dado más de sí, pero como informó ya sobre las doce y veinte, el horario de la sala es bastante estricto y a su cumplimiento se debía.

El quebranto incrustado en las letras y esa voz que desgarra, posiblemente tengan tanto sentido por ser frutos de las experiencias de su autor, de relaciones intrincadas, dolor y mala fortuna. Esto me parece lo más interesante: cómo el sufrimiento humano, filtrado a través del arte, puede resultar tan bello.

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Os dejamos con este vídeo de The Life, Living, Dying And Death Of One Certain & Peculiar L.J. Nichols: