Bigott. De palmeras y sintes
Por 15 marzo 2012
Fotografías de Iram Martínez / A Borja Laudo siempre le ha gustado jugar con lo ambiguo. Lo comprobamos ya desde el nombre elegido para su proyecto musical, Bigott, que puede significar muchas cosas y nada a la vez- En inglés es intolerante y en ruso retrasado-. Dice que canta en inglés para que la gente no entienda sus tonterías y luego, como los grandes, se permite el lujo de ponerle a un tema ‘Vaporcito’. Con esos antecedentes, la respuesta a la pregunta siguiente es fácil: ¿Quién es capaz de ofrecerte un mix impecable de folk, psicodelia sixtie y noise amable? Ese es Borja Laudo. Te baila, te canta y te enseña barriguita mientras contagia de buen rollo a todo el respetable. ¿Cuál es el secreto de su éxito? Quizás su pop fresco y coral, sus letras irónicas, su innegable background musical– que va desde el rock americano fronterizo a los aires sofisticados de Divine Comedy, pasando por la Velvet, los Byrds y temas fresquitos ochenteros- y esa banda de super lujo que tiene, entre la que se encuentra la que para mí es la mejor voz femenina que ha dado el indie patrio, Muni Camón (Maddening Flames).
A este grupo no le faltaba un perejil el pasado miércoles en la Malandar. Sobre el escenario pude ver mucho gusto por lo vintage y la cacharrería analógica, ya que a la big band-permítanme el pegote-, se unió el equipo que vimos desfilar durante el concierto. Con esos elementos, claro, dieron un conciertazo. El sonido de la sala no fue el mejor, pero los hermanos Perles, por ejemplo, se lucieron.
Durante la generosa hora y media de concierto, como nos tienen acostumbrados, nos hicieron reír y bailar sin prejuicios de ningún tipo. Puro escapismo o surrealismo personificado, califíquenlo como quieran. Combinaron temas menos conocidos de su nuevo álbum ‘The Orinal Soundtrack’ (Grabaciones en el mar, 2011) con canciones más antiguas y que ya podrían ser tildadas de auténticos himnos por sus fans. Abrieron la noche-en una sala abarrotada, por cierto- con ‘Gato’, el ambiente se fue caldeando con con ‘Algora campeón’. ‘Afrodita’ y ‘Pachanga’, con la que gente ya estaba lo suficientemente desmelenada.
Como a mitad del concierto comenzaron los temas nuevos. El himno no se hizo esperar y a mí me hubiera gustado poder hacer fotos de las caras de felicidad de la gente. ‘Cannival Dinner’, con esos aires ochenteros , los juegos vocales y ese ritmo contagioso son una apuesta segura. Tras ella, otros temazos como ‘God is gay’ o ‘Trees god motion’ o ‘Turkey Moon’. Melodías amables, ritmos pegadizos que hacen que se te aparezcan los Beach Boys de vez en cuando. Amenazaron con irse y a la vuelta presenciamos un bis largo, cuatro canciones más entre las que se encontraron por ejemplo ya básicos del aragonés como ‘Sparkle Motion’. Por todo esto, sólo les puedo dar las gracias e implorarles que vuelvan pronto.
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