El genio y su equipo. El tiempo y la música

Por J.M. Campos

Bruce Springsteen en Sevilla: la crónica

J.M. Campos / revistawego@gmail.com

Tienes 42 años, un trabajo fijo y una hija de 8 primaveras. Comienzas a ser consciente del paso del tiempo. Las canas ya no son novedad, al igual que los domingos en casa de tus suegros. Eres feliz, sí, pero echas de menos algo más de emoción. Un día te enteras de que Bruce Springsteen y la E Street Band vienen a tu ciudad («¡El Boss en Sevilla, joder!») y decides ir. A diferencia de tus primeros conciertos, te lo puedes permitir sin ser sobreexplotado ni pedir dinero a mamá. Y por fin llega el día. Y la música empieza a sonar. Y después de siglos meneas tus caderas oxidadas. Y gritas. Y bailas. Y pegas saltos, y no te sientes ridículo. Y te dejas arrastrar por esa electricidad que te recorre entero hasta el último de los dedos de los pies.

Porque lo de ayer en el Estadio Olímpico rejuvenece a cualquiera. Unos diez años, calculo. Así que ahora mismo escribo esta crónica a la edad de casi 15, de modo que les pido disculpas por mis faltas de ortografía y expresión.

La primera sorpresa de la noche llegó justo en la línea de salida, a eso de las 22:20. El acordeón de Nils Lofgren homenajeaba a la ciudad hispalense (repitiendo la estrategia llevada a cabo dos días antes, cuando sonó el ‘Desde Santurce a Bilbao’ en San Mamés) con ‘Sevilla tiene un color especial’. Incredulidad primero, seguida de risas y finalmente expectación entre el público.

‘Badlands’ dejó salir al genio, a la bestia. A un sexagenario (en potencia) en un estado de forma espectacular, capaz de ganarnos a ti y a mí en una carrera, unos largos, o hasta en un pulso chino. Bruce Springsteen, transmite una energía (por una vez, la palabra está completamente justificada) que se propaga con la intensidad de un huracán. Corre de un lado a otro, y fuerza su garganta hasta hinchársele las venas de la cara. ‘Hungry heart’ y ‘Outlaw Pete’, primer corte de su último álbum, iniciaban la escalada de emociones.

«¡Sevilla!, ¿Tenéis calor?», preguntaba el coloso de New Jersey, para recibir a continuación un abánico que no tardó un segundo en utilizar. Sólo un respiro, porque su intención y la de su banda era, según leyó, que «dejáramos Sevilla en ruinas» con «música, espíritu y ruido».

La E Street Band: capítulo aparte. Cuesta explicar lo buenos que son. La compenetración con Springsteen (quien se esfuerza en otorgarles su debido protagonismo) después de más de tres décadas juntos, es sencillamente impecable. Especialmente atractiva es la dupla del jefe con Steve van Zandt, conocido además por su participación en la serie ‘Los Soprano’, con quien unió su espalda para puntear la guitarra vertiginosamente.

Con ‘Waitin´ on a sunny day’ aconteció otro de los momentos esporádicos no previstos en el guión. Springsteen cogió en brazos a un niño de unos 5 años que estaba con su padre en la primera fila. El tito Bruce le hizo una pregunta en inglés y el chico, ajeno a la situación, contestó «¿Tú qué hablas?». Para hacer las paces, el chiquillo le llevó a la boca unas patatas fritas de su bolsa.

A diferencia de otras megaestrellas del espectáculo (la mayoría, vamos) Bruce Springsteen no se comporta como un extraterrestre en el escenario, sino que lo hace de un modo cercano. Todo lo cercano que permite actuar en estadios gigantescos, claro. ¿Cómo? Dando todo lo que tiene dentro, acercándose a los asistentes y dejándose tocar. Que sientan que él también está hecho de carne y hueso.

‘Lonesome day’, ‘The rising’ (dos ejemplos más de ese discazo que publicó tras los atentados del 11-S) o la espeluznante ‘America skin (41 shots)’ proseguían el recital. Cada final de pieza resultaba sensacional, elevado al cubo si el jefe agarraba la armónica.

El surtido de superclásicos se cerró con ‘Born to run, ‘Glory days’ y ‘American Land’, para lucimiento de Soozie Tyrell con su violín. Quizá echáramos en falta ‘Thunder road’, que a muchos nos hiela la sangre.

El final, antológico. Nada más y nada menos que el Twist and shout (que popularizaran los Beatles), enlazada con ‘La Bamba’, provocó el delirio definitivo. Y Springsteen con una mascarilla de oxígeno… conectada al aire libre.

Un concierto verdaderamente inolvidable, de los señalados en una vida. Cerca de tres horas de majestuoso rock and roll con una de las mejores bandas de todos los tiempos, comandada por un líder carismático hasta el extremo, comprometido con la realidad y su público, y tocado por la varita de la genialidad.

Mira más vídeos del concierto de Bruce Springsteen en Sevilla:

I´m on fire

Hungry heart (tve)

(*Fe de erratas: Bruce Springsteen y la E Street Band no interpretaron ‘Jesse James’, como había escrito en un principio, sino ‘American Land’. Mea culpa)